Instalación de WordPress en un servidor local con WampServer

Hay muchos motivos por los que puedes desear instalar WordPress en un servidor local. Yo, fundamentalmente, lo utilizo como réplica del servidor en producción. En una instalación local me puedo permitir el lujo de experimentar sin miedo a afectar al sistema real: pruebo los plugins y los temas antes de subirlos a la red.

Otra razón importante es simplemente para aprender: puedes estudiar y practicar todas las técnicas sin miedo a estropear nada. El manejo básico del entorno, las copias de seguridad y restauración de las bases de datos, el diseño de plantillas o incluso la creación de tus propios temas: todo puedes experimentarlo sin temor. En el peor de los casos sólo tendrás que reinstalar nuevamente todo, una tarea que apenas te llevará unos minutos.

En el artículo de hoy te mostraré cómo instalar WordPress 3.3.1 sobre WampServer 2.2A, últimas versiones de estos programas en la fecha en la que escribo esto.

Voy a presuponer que ya tienes instalado WampServer en tu equipo. Si no es así y tienes dudas de cómo hacerlo, echa un vistazo a un artículo anterior en el que explico el proceso de instalación.

Si en vez de WampServer tienes XAMPP o, en general, cualquier instalación del trío Apache – MySQL – PHP, lo explicado aquí te servirá también.

WordPress puede instalarse de varias formas. Yo voy a contarte una bastante conceptual que te ayudará a comprender lo que está sucediendo entre bastidores.

Lo primero que debemos hacer es crear una base de datos en MySQL para almacenar todos los contenidos de WordPress. Supongo que ya sabes que la base de datos es el alma de WordPress: todos los artículos, las páginas, las categorías, etc., están almacenados en tablas en una base de datos. La aplicación lo único que hace es dar forma a esos datos bajo demanda de lo que está solicitando el usuario que accede al blog.

Para crear la base de datos de WordPress emplearemos la popularísima herramienta phpMyAdmin, presente en todos los entornos AMP.

Arranca WampServer, búscalo en la parte inferior de la pantalla, despliega el menú y lanza phpMyAdmin.

Haz clic sobre la pestaña Bases de datos. Te aparecerá la siguiente ventana:

En el cuadro de texto Crear nueva base de datos escribimos, por ejemplo, db_wordpress, y pulsamos el botón Crear.

Observa la base de datos db_wordpress recién creada:

El siguiente paso consiste en crear un usuario en mysql y asignarle privilegios sobre la base de datos que hemos creado. Haz clic sobre la pestaña Privilegios para ver una lista de todos los usuarios existentes.

Pulsamos sobre Agregar un nuevo usuario:

La primera sección, Información de la cuenta, la rellenamos del modo indicado en la figura. Como nombre de usuario he elegido wpuser, pero cualquier otro serviría.

En el campo Servidor, desplegamos las opciones y elegimos Local, lo que provoca que automáticamente se rellene con localhost, es decir el servidor que representa a nuestra propia máquina.

Elegimos una contraseña y la reescribimos en el campo siguiente.

Las demás secciones, Base de datos para el usuario y Privilegios globales las dejamos tal como están.

Pulsamos sobre el botón Crear usuario.

Observemos, en la vista global de usuarios, el recién creado:

En la fila correspondiente al usuario, pulsamos sobre Editar los privilegios. Nos aparece la siguiente ventana:

La sección Privilegios globales la dejamos como está. Con la barra de desplazamiento vertical nos movemos hasta Privilegios específicos para la base de datos:

Desplegamos la lista Añadir privilegios a esta base de datos y seleccionamos, entre las que nos aparecen, la recién creada, db_wordpress.

Nos aparecerá inmediatamente la siguiente escena:

Pulsamos sobre Marcar todos para asignar todos los privilegios sobre la base de datos y, a continuación, sobre el botón Continuar.

El mensaje en la parte superior nos confirma que hemos asignado los permisos. Justo debajo de él vemos el comando SQL que se ha ejecutado internamente.

Con esto concluyen los preparativos. Anota en un cuaderno el nombre de la base de datos, el usuario y su contraseña, pues tendrás que decírselos al instalador de WordPress.

Comienza la fiesta… Dezcárgate de la página oficial la última versión de WordPress en español. En el momento de escribir esto es, como ya te he dicho, la 3.3.1.

Se trata de un fichero .zip que debemos descomprimir en la zona pública de WampServer, es decir, en:

c:\wamp\www

(en el supuesto de que hayamos instalado WampServer en c:\wamp)

Una vez descomprimido, abre tu navegador e introduce la siguiente dirección:

http://localhost/wordpress/wp-admin/install.php

Deberá aparecerte el siguiente mensaje de error:

Pulsa sobre el botón Crear un archivo de configuración. Nos aparece un nuevo escenario indicándonos una serie de datos previos que deberemos tener a mano:

Son precisamente la base de datos y el usuario que preparamos hace un rato.

1. Nombre de la base de datos. ¡Lo tenemos!: db_wordpress
2. Nombre de usuario de la base de datos. ¡Lo tenemos!: wpuser
3. Contraseña de la base de datos. ¡La tenemos!: ******
4. Host de la base de datos. ¡Lo tenemos!: localhost
5. Prefijo de la tabla, por si queremos instalar varios WP en la misma base de datos. No es el caso, así que no lo necesitamos.

¡Qué comience el show! Pulsa sobre ¡Vamos a ello!

Rellena, en la ventana que aparece, los datos pedidos. El último campo no necesitas cambiarlo, pues sólo va a haber una instancia de WordPress sobre esa base de datos. Deja, pues, el prefijo propuesto para las tablas, wp_.

Cuando termines de rellenarlo, pulsa sobre el botón Enviar.

Deberá aparecerte una ventana indicando que todo ha ido correcto. Tu fichero de configuración ha sido creado correctamente y estás listo para iniciar la instalación.

Pulsa sobre Iniciar la instalación.

Para proseguir, el instalador te va a pedir una información:

Título del sitio: El título que le deseas dar a tu blog. Pon el que desees (siempre lo podrás cambiar).

Nombre de usuario: se trata del usuario administrador de WordPress. Por lo general, es buena práctica cambiar, por cuestiones de seguridad, el que te ofrece por defecto WordPress. Si no te preocupa excesivamente esta cuestión, al tratarse de un servidor local, deja admin.

Password, dos veces: introduce la contraseña del administrador. WordPress te ayudará a comprobar la fortaleza del password elegido.

Tu correo electrónico: en un servidor público, esto tendría sentido, pues WordPress se comunicaría contigo a través de esa dirección. Pero es una instalación local: pon lo que te dé la gana.

Privacidad: si estuvieses en un servidor público, convendría dejar la marca para que el blog apareciera en Google. Aquí resulta indiferente; puedes quitarla.

Finalmente, pulsa sobre el botón Instalar WordPress.

¡Lo lograste!

Tal como dice el mensaje: sentimos decepcionarte si te esperabas algo más.

¡Se acabó!

Si quieres empezar a trastear, puedes pulsar sobre el botón Acceder.

Recuerda la dirección que te aparece en la figura. Es la que deberás facilitar al navegador para acceder a WordPress: http://localhost/wordpress/wp-login.php

Introduce el usuario que hayas creado como administrador y su contraseña. Una vez dentro podrás crear otros usuarios con los privilegios que desees.

La dirección de tu blog es: http://localhost/wordpress/

Una instalación completa de WampServer, junto a WordPress no te llevará en total más de quince minutos. Así que no tienes excusa para:

– tener una copia de seguridad local de tu servidor WordPress en producción
– disponer de un entorno apropiado para experimentar con nuevos plugins antes de subirlos a tu servidor
– aprender WordPress sin miedo a fastidiar nada
– aprender a diseñar tus propios temas
– o, por qué no, montar tu propio servidor WordPress en una intranet

Tienes ante ti uno de los programas más fascinantes que se han desarrollado para la web y que ha cambiado, sin ningún género de dudas, el modo de concebirla. ¡Que te aproveche!

Javier Montero


http://elclubdelautodidacta.es/wp/2012/01/instalacion-de-wordpress-en-un-servidor-local-con-wampserver/


El texto de este artículo se encuentra sometido a una licencia Creative Commons del tipo CC-BY-NC-ND (reconocimiento, no comercial, sin obra derivada, 3.0 unported)


El Club del Autodidacta

MuseScore #15: Signos de repetición: los dos puntos

Ya conocemos las técnicas más básicas de edición: sabemos dibujar notas, escribir alteraciones sobre ellas, agruparlas en tresillos o prolongarlas con puntillos o ligaduras. Pero sólo es necesario echar un vistazo a cualquier partitura para reconocer que aún nos queda mucho camino por recorrer: hay mucho más que notas en ellas.

En el artículo de hoy comenzaremos a tratar los signos de repetición, empezando por el más básico de ellos: los dos puntos.

Supongamos que queremos escribir algo como esto:

En el primer compás tenemos los dos puntos de inicio de repetición y en el segundo los de terminación.

A diferencia de otros signos de repetición, los dos puntos debemos buscarlos en la paleta que gestiona los diferentes tipos de líneas de compás. Haz clic, en la paleta, sobre la sección líneas de compás.

Voy a explicarte dos maneras de colocar los dos puntos. Como tenemos que cambiar dos barras, podemos practicar una técnica con cada una de ellas.

Vamos a situar los dos primeros puntos de inicio de repetición. Ya sabes cómo seleccionar las notas, sólo tienes que hacer clic sobre ellas. Pero quizás no sepas que también puedes seleccionar otros elementos, como la barra de separación de compases. Haz clic sobre la pequeña barra sobre la que vamos a situar los dos puntos. Te aparecerá destacada en azul.

A continuación haz doble clic, en la paleta, sobre el símbolo de inicio de repetición. Automáticamente, la barra que hemos seleccionado se cambiará por otra con los dos puntos iniciales.

Probaremos la segunda técnica en el fin de repetición. Esta vez no necesitas seleccionar nada previamente.

Arrastra cuidadosamente el símbolo de fin de repetición hasta el segundo compás. No sueltes aún. Quiero que observes que el compás se destaca en gris. Pero fíjate que si con la punta del ratón tocas la cabeza de una nota, desaparece la selección en gris y lo que se selecciona es la nota, destacándola en rojo. Asegúrate de que, antes de soltar el ratón, está el compás seleccionado en gris, y no la nota. Una vez sueltes, el símbolo de repetición se coloca automáticamente al final del compás, como es de esperar. Si lo que hubiéramos arrastrado hubiese sido el símbolo de inicio, en vez del de fin, se habría situado automáticamente al comienzo.

Si en vez de estar el compás en gris, hubiésemos tenido una nota seleccionada en rojo, el símbolo de repetición habría aparecido precediéndola y no al final del compás. Desde luego, con un poco de puntería, también podrías haber acercado el ratón hasta la misma barra de separación hasta que se seleccionara en rojo y, entonces, soltar el ratón, pero te aseguro que tardarás más.

En ocasiones te encontrarás con dos puntos que terminan una repetición seguidos, a continuación, por otros dos que comienzan una nueva. En ese caso, puedes aplicar dos veces lo aquí explicado, una para cerrar y otra para abrir, pero existe un método más rapido. Observa, en la paleta, que además de los símbolos de inicio y fin de repetición, existe un tercero que contiene ambos en uno. Colócalo como ya sabes y habrás matado dos pájaros de un tiro.

Si quieres suprimir un signo de repetición, simplemente selecciónalo y haz doble clic, en la paleta, sobre el símbolo que representa una barra simple.

Javier Montero


MuseScore #15: Signos de repetición: los dos puntos


El texto de este artículo se encuentra sometido a una licencia Creative Commons del tipo CC-BY-NC-ND (reconocimiento, no comercial, sin obra derivada, 3.0 unported)


El Club del Autodidacta

Construcción de acordes – 4: Séptima

Hoy aprenderemos a construir un acorde muy especial, el de séptima, también conocido como séptima de dominante, o, sin el «de», séptima dominante.

La razón de este sobrenombre no es otra sino porque aparece, de modo natural, sobre el quinto grado cuando armonizamos con terceras la escala mayor. Al quinto grado se le conoce como dominante y de ahí toma el acorde su nombre. No te preocupes si esto te suena ahora mismo a chino: en otro artículo que publicaré en breve trataremos la armonización de la escala mayor y verás cómo aparece el acorde de séptima.

El acorde de séptima se indica, mediante cifrado moderno, agregando un 7 a la nota fundamental:

Do séptima –> C7
La séptima –> A7

El acorde de séptima es la primera de las cuatriadas que aparecen en esta serie y la he elegido por una razón particular: es un acorde que empleamos incluso cuando elegimos armonías basadas en triadas. Y es así por esa tensión característica que proporciona el tritono formado entre la tercera y la séptima del acorde (de nuevo, no te preocupes si no comprendes esto ahora, no es esencial para la temática del artículo), que invita a una resolución inmediata hacia el acorde de tónica. Es tan agradable y característico este efecto que pronto lo incorporamos a nuestro repertorio de acordes antes del resto de las cuatriadas.

La fórmula del acorde de séptima es la siguiente:

7: 1 – 3 – 5 – b7

Es decir, a la triada mayor le agregamos la séptima bemol.

Ya sabes: conocida la fórmula del acorde estás ya en condiciones de averiguar las notas de cualquiera de ellos. La aplicación práctica a la guitarra o al piano sería tan simple como localizar este conjunto de notas en el instrumento.

Por ejemplo, calculemos las notas de C7:

Como siempre, empezamos por la escala mayor; en este caso, Do mayor:

C – D – E – F – G – A – B – C

Y cogemos los grados requeridos:

1: C
3: E
5: G
b7: Bb

Por lo tanto:

C7: C – E – G – Bb

Veamos otro ejemplo: A7

La escala de La mayor es:

A – B – C# – D – E – F# – G#

1: A
3: C#
5: E
b7: G

A7: A – C# – E – G

Coge tu guitarra y configura cualquier acorde de séptima que conozcas. Como ejercicio te propongo que te fijes qué notas estás trasteando y compruebes cómo cuadran con lo explicado aquí.

Una vez hecho esto, trata de «descubrir» nuevas posiciones por ti mismo.

Javier Montero


Construcción de acordes – 4: Séptima


El texto de este artículo se encuentra sometido a una licencia Creative Commons del tipo CC-BY-NC-ND (reconocimiento, no comercial, sin obra derivada, 3.0 unported)


El Club del Autodidacta

San Silvestre vallecana 2011

Empecé a correr hace un año justo ahora para poder estar ahí: recorrer, el último día del año, los diez kilómetros que median entre el estadio Santiago Bernabeu y Vallecas.

Justo hace un año me compré en Madrid mis primeras zapatillas de correr. En el horizonte, dos retos que para mí resultaban sobrehumanos: la Nocturna del Guadalquivir en Sevilla y la San Silvestre vallecana en Madrid.

En septiembre cumplí el primero de ellos; ayer, el segundo. Repartidas durante el año, además, muchas otras carreras populares repletas de emoción.

Sin ninguna pretensión de marcas, simplemente estar ahí. Me posicioné en el cajetín de 55 minutos que me correspondía por mi mejor marca acreditada (54′ en la carrera Divina Pastora – Sevilla) y programé ForeRundy para que me llevara a meta, sin sufrimiento, en menos de una hora.

Más de 38.000 corredores nos juntamos ayer. Si creía haber visto todo ya en la nocturna de Sevilla, me equivocaba por completo. 38.000 ilusiones y anhelos esperábamos impacientes el disparo de salida.

Tras la primera tanda de corredores, que se llevó a los 12.000 primeros Concha Espina arriba, salió el segundo lote, en el que me encontraba.

Al final de la primera gran cuesta me giré para contemplar la gran masa humana a mis espaldas. ¡Qué impresión!

Pegado al globo de los 55 minutos descendí por Serrano, alcancé la Puerta de Alcalá, y tomé la Castellana perdido en ensoñaciones y disfrutando como un niño de cada metro de ese recorrido tan especial y de ese público tan numeroso que nos estuvo animando metro a metro. Hoy, horas después, cierro los ojos y soy capaz de revivir perfectamente cada tramo de la carrera.

La entrada en Vallecas fue dura, tal como estaba previsto. La avenida de la Albufera se me hizo larguísima. Tuve que aminorar la velocidad y perdí definitivamente al globo de los 55 minutos. Por más que miraba a la masa humana delante mía, no divisaba el fin de la cuesta.

Fueron dos últimos kilómetros difíciles que me recordaron que una de las razones por las que creo que, en mayor o menor medida, todos corremos, es por ese «masoquismo» especial, ese sufrimiento que es capaz de apaciguar y hacer más llevaderas las penas más profundas del alma.

Entré en meta en 57′ 57″, según me indicó un SMS que recibí ya en el metro. Devolví el chip, recogí la prendas en el guardarropa y me cambié para protegerme del frío de la noche. Allí me esperaba mi cuñado Rafa, que había terminado la carrera en 38′, junto a otros compañeros de su club de atletismo C.A. Villanueva.

Un sobresaliente a la organización y a las más de 600 personas que velaron por que todo resultara perfecto y sin cuellos de botella.

Cada carrera nos hace diferentes, sin lugar a dudas y cada una significa algo para nosotros. Para mí, la San Silvestre vallecana simboliza la rúbrica a un estilo de vida, el compromiso, la superación personal y el convencimiento de que con constancia y pasión podemos lograr casi cualquier cosa que nos propongamos.

Javier Montero


San Silvestre vallecana 2011


El texto de este artículo se encuentra sometido a una licencia Creative Commons del tipo CC-BY-NC-ND (reconocimiento, no comercial, sin obra derivada, 3.0 unported)


El Club del Autodidacta

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies