El entrenamiento típico de un fin de semana

No tengo ocasión de hacer deporte por la mañana, salvo los fines de semana o durante las vacaciones. Por eso, suelo aprovechar los sábados y domingos para ejercitarme en los primeros compases del día.

Además, corro un día sí y otro no, con lo cual uno de los dos días siempre realizo mi tirada larga (que es igual que la corta, porque últimamente siempre entreno igual).

Por lo general, acostumbro a ir a un gimnasio los fines de semana. Suelo matar dos pájaros de un tiro y en la misma sesión combino el acondicionamiento con pesas con el entrenamiento propio. A veces lo realizo en la misma sala, empleando alguna de las cintas, o abandono temporalmente la instalación para patearme el cercano parque del Alamillo.

O también puedo optar por correr temprano desde mi casa y acudir al gimnasio más tranquilamente a media mañana, como hice la semana pasada.

Mis desplazamientos hasta allí suelen ser en bicicleta, por lo que al deporte realizado hay que añadirle unos seis kilómetros pedaleando a un ritmo suave.

Ayer sábado comencé con las pesas. Tenía previsto ejercitar el pecho y la espalda.

– Pecho: banca press
– Pecho: apertura en máquina
– Pecho: banca oblícua
– Dorsal: polea superior
– Dorsal: polea en remo

Me subí después a una de las cintas con la intención de hacer algunos experimentos aeróbicos con cuestas artificiales. Recuerdo que Sevilla es llana y que las cuestas no abundan precisamente.

Resulta una contradicción hablar de entrenamiento aeróbico, a mi estilo, y de cuestas. Es lo mismo que decir que uno va a hacer «series aeróbicas». Pero tenía la intención de comprobar cuánto debía reducir mi velocidad para mantener el pulso dentro del rango previsto.

Pero mi gozo en un pozo. No hice más que encender el Forerunner y a los cinco segundos se apagó de nuevo por falta de batería. Llevaba apurándola unas cuantas semanas y ya empezaba a pensar que iba a durar toda la vida así. Es sorprendente lo mucho que dura la batería cuando no se utiliza la función GPS.

Así que decidí que correría con libertad, sin someterme a la tiranía del pulsómetro.

¿A cuánto lanzaría la cinta? ¿11 Km/h? ¿Tal vez 12 Km/h? ¿O un combinado según lo viera?

Pues no…

A falta de pulsómetro arranqué la cinta a una velocidad que ya sabía por otras ocasiones me permitiría, holgadamente, que mi pulso permaneciera dentro del rango comprendido entre 135 y 139 latidos por minuto.

Me planté cómodamente a 8 Km/h y a echar millas!

Denominación: 60′ en cinta FC supuestamente entre [135-139]

Cuando estaba terminando el ejercicio se subió un colega a una de las máquinas de al lado y me preguntó, asombrado, cuánto tiempo empleaba corriendo.

Lo que a nosotros nos parece ya incluso poco, resulta una proeza increible para alguien que no está en el mundillo. Le contesté que si alguna vez se animaba a hacer algo parecido, me preguntara con toda confianza y le explicaría cómo hacerlo.

En un gimnasio de pesas es raro ver a gente realizar tiradas largas. Creo que temen perder su tan ansiada y costosamente adquirida masa muscular. Huyen de estas máquinas como quien escapa del mismo diablo.

Hoy domingo he hecho algo similar, pero sustituyendo el trabajo aeróbico corriendo por otro alternativo. Quien haya seguido el blog recordará la entrada «El modelo de la continuidad aeróbica«, del 19/5/2011, en el que explico mi metodología, consistente en realizar ejercicios aeróbicos cruzados en diversos rangos de pulsaciones bajas.

En la parte de musculación, me he dedicado a completar los ejercicios del tren superior que inicié ayer:

– Hombro: press militar en máquina
– Hombro: aperturas laterales en máquina
– Hombro: aperturas hacia atrás en máquina
– Triceps: polea
– Triceps: press francés
– Triceps: patada
– Biceps: curl
– Biceps: concentrado
– Biceps: alterno, de pie

Y como plato aeróbico he elegido una máquina que llevaba tiempo picando mi curiosidad, de nombre «Treadclimber».

La foto con la que comienza la entrada del blog muestra cómo es el artefacto.

Es como una cinta, pero dividida longitudinalmente en dos plataformas, una para cada pierna, que alternativamente van subiendo y bajando. Es una máquina diseñada para SUBIR CUESTAS andando.

Me he plantado el pulsómetro (recién cargado), he configurado la cuesta más pronunciada y he ido aumentando la velocidad de modo que el rango de pulsaciones cayera entre 130 y 134, algo que conseguí a una velocidad (que fue incrementándose con el tiempo) de 5’3 Km/h (valor final).

He «escalado» 30 minutos buenos que me han dejado chorreando de sudor. Una máquina curiosa e interesante.

Bicicleta de vuelta a casa y fin de la sesión deportiva, a falta de la redacción de la crónica, ese minuto de gloria al que uno tiene derecho tras haber cumplido con sus deberes.

Javier Montero

El huevo de Colón

Cuenta la leyenda que, estando Cristobal Colón reunido con un grupo de nobles españoles, uno de estos quiso restarle mérito a su hazaña del descubrimiento de América. Colón, como respuesta, pidió que le trajeran un huevo e instó a los presentes a que lo colocaran de pie.

Uno a uno, los nobles fueron fracasando en el intento. Cuando el huevo regresó a Colón, lo cascó ligeramente golpeando su base contra la mesa y acto seguido, pudo colocarlo de pie.

Es el sesgo retrospectivo. Todo se ve muy fácil cuando ya se sabe cómo hacerlo.

Y así de sencillo es… No tengo más que ponerme las zapatillas y salir a la calle a correr. Es sólo una hora (mis entrenamientos actuales son de todos de ese tiempo), pero sé que podría ser más perfectamente.

Pero no deja de sorprenderme. Hace tan sólo seis meses habría asegurado que era algo completamente imposible para mí.

Ayer modifiqué mi ruta por el río. En vez de recorrer el habitual tramo entre la Barqueta y la Torre del Oro, tomé el rumbo en dirección contraria, hacia el Puente del Alamillo y de ahí continuar hasta la dársena, en San Jerónimo, ese lugar especial donde, de repente, y no sin sorpresa, se acaba el río.

Descubrí el paseo fluvial tan precioso que ha quedado, tras mucho tiempo de obras, conectando Torneo con los parques de San Jerónimo y el Alamillo. Una ruta imprescindible para cualquier sevillano que aún no la conozca.

Al llegar al final del río, junto a la circunvalación super norte, me adentré en el parque de San Jerónimo y alcancé la majestuosa estatua de más de 30 metros de altura del huevo de Colón.

El nombre real de la estructura es «El nacimiento del hombre nuevo».

Ante ella me sentí insignificante, el eterno aprendiz…

Denominación: 60′ FC [135-139]

Javier Montero

Knoppix: centenares de herramientas gratuitas en nuestro bolso

Voy a comenzar una serie de artículos basada en la distribución de GNU/Linux llamada Knoppix, en la que pretendo mostrar una introducción al amplio conjunto de herramientas gratuitas que incluye. También ilustraré algunos usos que pueden resultar particularmente atractivos a usuarios más avanzados, como administradores de sistemas, programadores, expertos en seguridad, etc., y que sin duda hallarán en Knoppix una herramienta imprescindible para llevar siempre consigo.

En este blog ya publiqué hace un año un artículo en el que explicaba cómo crear imágenes de discos duros y poder disponer así de copias exactas, byte a byte, de ellos. No es más que un ejemplo de lo que podemos hacer con Knoppix.

Todas estas herramientas gratuitas, tanto las básicas como las avanzadas, están disponibles (o pueden estarlo fácilmente) en cualquier distribución GNU/Linux. ¿Por qué utilizar Knoppix en particular?

Knoppix es un tipo de distribución «Live», que nos permite arrancar un sistema operativo Linux desde un CD o DVD sin tocar en absoluto el contenido del disco duro. Esto significa que, en cualquier equipo, colocamos el CD, arrancamos la máquina y obtenemos un entorno completo de trabajo Linux, repleto de herramientas, y que desaparecerá de una manera limpia en cuanto apaguemos el ordenador, sin haber modificado el sistema existente en él.

Además, es sorprendente la detección de hardware tan buena que realiza. Knoppix arrancará sin problemas casi en cualquier PC y nos permitirá acceder a sus recursos inmediatamente o con muy poca preparación.

Existen numerosas distribuciones Live hoy día, y Knoppix tampoco fue la primera en surgir. Pero el mérito del gran éxito que tuvieron los Live CD debemos atribuírselo claramente a Knoppix.

Su creador, Klaus Knopper, mantiene la distribución desde su página web, desde donde podemos descargarla. Esto también es posible en la página oficial de Knoppix.

La versión actual, a fecha de hoy, es la 6.4.4, que vio la luz el 30 de enero de 2011.

Lo primero que debemos hacer es descargarla desde uno de los numerosos mirrors que la alojan.

Debemos tener en cuenta varias cosas. En primer lugar, ¿qué versión descargar, en CD o DVD?

La versión en CD, que ocupa unos 700 Mb, almacena en su interior un contenido efectivo de unos 2 GB. Esto es posible gracias a una tecnología de compresión dinámica que optimiza el almacenamiento en el CD.

La versión DVD, de 3 GB, es bastante más generosa aún en herramientas instaladas, con un contenido efectivo de alrededor de 8 GB.

Mi recomendación es descargar y tostar las dos versiones y utilizar una u otra en función de las circunstancias.

Por otro lado, se puede apreciar que, además, podemos elegir entre dos tipos de versiones: KNOPPIX y ADRIANE-KNOPPIX.

ADRIANE son las siglas de «Audio Desktop Reference Implementation And Networking Environment» y es una versión especial de Knoppix para ciegos.

En realidad, Adriane es la mujer de Klaus Knopper, que padece impedimento visual.

Finalmente, podemos descargar el software en alemán o en inglés. No existe versión en español, pero una de las primeras cosas que aprenderemos es a configurar el entorno adecuadamente a nuestro idioma.

Una vez hayamos descargado las imágenes ISO habrá que grabar el CD o DVD correspondiente. Si alguien tiene problemas en esto, puede consultar, por ejemplo, el siguiente enlace, donde se explica cómo hacerlo.

Y eso es todo por hoy. En el próximo artículo comenzaremos a explorar el fascinante mundo GNU/Linux a través de Knoppix. No importa si nuestro PC contiene un Windows, o si no tenemos suficiente espacio en disco para instalar un sistema operativo dual: no lo necesitamos, Knoppix no tocará nada.

Javier Montero

Visita al podólogo

Era algo que rondaba por mi cabeza desde hacía tiempo.

No siento molestias de ningún tipo al correr, entonces, ¿por qué hacerme unas plantillas a medida?

Precisamente por eso, para tratar de seguir sin molestias conforme vaya incrementando la carga.

Ayer tuve una cita con el podólogo. Media hora larga de pruebas de todo tipo, muchos gráficos y secuencias de imágenes en las que se apreciaba perfectamente la distribución del peso en los pies en cada fase de la zancada.

Detectada una dismetría de 5 mm entre las dos piernas.

Y no sé qué historia de los arcos interno y externo que limitaba la función de amortiguación del pie.

Toma de moldes sobre una sustancia granulada… Fue como hundir los pies en la arena mojada de la playa.

En diez o quince días podré recoger las plantillas.

Iba a echarme a entrenar al salir (fui a la clínica ya con pantalones cortos y calzado deportivo), pero una llamada telefónica me hizo cambiar de planes…

Pero cayó un paseíto de unos 10 Km en total, lo cual tampoco estuvo mal.

Hoy he salido a correr por mi ruta habitual centro-río. Una enriquecedora hora a fuego lento, como de costumbre.

Denominación: 60′ FC [135-139]

A quien madruga Dios le ayuda

Hoy siento que he dado un paso importante como corredor.

El sábado o domingo que me toca correr suelo levantarme, desayunar con calma y remolonear hasta las 11:30 o así, hora en la que cojo la bicicleta para desplazarme al gimnasio y, desde allí, planificar una tirada, bien por el Parque del Alamillo, próximo a él, o bien en una de las cintas si la temperatura exterior lo aconseja. Una vez concluida la sesión de running aprovecho para acondicionar.

Hoy, que me tocaba entrenar, he optado por hacer algo más estimulante: salir a correr temprano, sin remolonear, y antes incluso de haber desayunado.

Así que me he incorporado de la cama y, sin pensármelo dos veces, me he lavado y vestido, he cogido el pulsómetro, la gorra y las gafas de sol, he cargado el iPod con el «Brave» de Marillion y he salido a patear la calle con una agradable temperatura matinal de 20 grados.

No suelo llevarme música cuando entreno, y dudo mucho de que vuelva a hacerlo. Tengo la mente entretenida con muchas cosas y no puedo prestar atención a la música. Que si mi pisada, que si el pulso, o las personas con las que me cruzo, los paisajes, o me pongo a dialogar mentalmente conmigo mismo.

Para la música soy muy pejigueras, no me gusta que esté en segundo plano. Cuando escucho música vuelco completamente mi atención sobre ella al igual que si estuviera leyendo un libro.

Definitivamente, el iPod mejor en casa a la hora de correr.

He salido desde el centro, subido por la carretera de Carmona y me he internado en el enorme Parque de Miraflores, con sus muy buenos kilómetros sobre tierra.

Muchos corredores madrugadores; ese parque siempre está abarrotado de ellos.

He descubierto lo que es sumergirse en una nube enorme y agobiante de mosquitos que me han acompañado durante varios centenares de metros. Menos mal que llevaba gafas de sol y que respiraba por la nariz. Menos mal, también, que no eran de los que pican.

En otro punto del recorrido me he cruzado con un pato que había abandonado el estanque. He tenido que apartarme yo, el tío ha pasado de mí y no se quitaba de en medio.

Completada la vuelta completa al parque he retomado el camino inverso de regreso a casa, donde me he metido una buena duchita, he desayunado un par de sabrosas tostadas y me he puesto a remolonear merecidamente un poco.

Hasta las 11:30, momento en el que he cogido la bici para irme al gimnasio, pero ya con la buena sensación del deber cumplido.

Repetiré más veces lo de hoy, sin duda.

Denominación: 60′ FC [135-139]

Javier Montero

Python – Capítulo 6: En caso contrario

Objetivo: presentar la claúsula ELSE en Python, complemento de IF para el caso en que no se cumpla la condición.

El otro día tuvimos ocasión de conocer la estructura if, que nos permitía reconducir el rumbo de ejecución de un programa en función del cumplimiento o no de una determinada condición.

Recordemos el programa anterior:


nombre = input('Introduce tu nombre de pila: ')
if nombre == 'Javier':
    print('Hola, tocayo')
apellido = input('Introduce tu apellido: ')
print(nombre, apellido)

En el supuesto de que el nombre introducido fuera Javier, se ejecutaba la función print indentada, mostrándonos el mensaje Hola, tocayo.

Pero, ¿y si deseamos que el programa realice algo en caso contrario, es decir, si la condición no se cumple?

La claúsula else (que podemos traducir como en caso contrario) sirve para este propósito.

Modifiquemos el programa anterior para que, si el nombre no coincide, nos muestre un mensaje reflejándolo.


nombre = input('Introduce tu nombre de pila: ')
if nombre == 'Javier':
    print('Hola, tocayo')
else:
    print('No, no te llamas como yo')
apellido = input('Introduce tu apellido: ')
print(nombre, apellido)

Aprecia los dos puntos después de la palabra else. Al igual que después de la condición del if, es un error común olvidarlos.

Observa también la indentación en el print después del else. Recuerda que esa indentación es la que indicará el comienzo y el fin del bloque de instrucciones a ejecutar. En este ejemplo, se ha tratado de una única instrucción; si hubiese sido preciso ejecutar varias, simplemente las colocaríamos debajo con el mismo nivel de sangrado.

Ten presente, a la hora de indentar, que los tabuladores son diferentes de los espacios, aunque en la práctica aparenten la misma separación. Sé siempre coherente y elige uno u otro, pero no los mezcles.

Ilustremos la estructura if… else con un nuevo ejemplo con el que presentaremos, además, otros aspectos del lenguaje de programación Python.


# coding=latin-1
dato = input('Introduce un número entero: ')
if int(dato) % 2 == 0:
    print('El número introducido es par')
    print('La mitad es', int(dato)//2, ', exactamente')
else:
    print('El número introducido es impar')

Este programa nos instará a introducir un número y nos dirá si es par o impar. En el primer caso, calculará, además, su mitad.

El comentario en la primera línea tiene un significado especial:

# coding=latin-1

He tenido que incluirlo para que el intérprete reconociera los acentos propios de nuestro idioma. En determinados entornos (como IDLE, que presentaremos más adelante) esto no es necesario, pero en la máquina Windows que he empleado para redactar este artículo la codificación no era la adecuada.

Fijémonos en el comienzo de la estructura if:

if int(dato) % 2 == 0:

La variable dato, recogida a través de input, es del tipo string, es decir, una cadena de caracteres. Para poder realizar operaciones aritméticas con ella es preciso convertir su valor a una cifra numérica. La función int() se ocupa de este cometido, devolviendo un valor entero.

El programa, tal como está escrito, no realiza ningún tipo de comprobación de errores a la hora de introducir el valor y espera nuestra cooperación. Si en vez de introducir un número facilitamos una cadena de caracteres, el programa devolverá un error justo en la línea en la que trata de convertirla a número entero.

El operador % nos da el resto de la división entera (también conocido como operador módulo). Si el resto de la división por dos es cero, sabremos que el número es par y se ejecutarán los dos print que aparecen a continuación. Fíjate cómo la indentación muestra perfectamente el comienzo y el final del bloque. En la segunda de las instrucciones el programa calculará la mitad del valor introducido y nos la mostrará.

Observa con detalle la expresión:

int(dato)//2

El doble signo de división significa división entera y nos devolverá únicamente la parte entera de la división (el cociente).

En caso contrario, si el resto de la división no es cero el programa nos mostrará un mensaje en pantalla indicándonos que el número introducido es impar.

Espero que hayas comprendido la lógica de la estructura if … else. En la próxima entrega le daremos una nueva vuelta de tuerca.

Javier Montero Gabarró


Fecha de la última revisión: 9 de agosto de 2012


Python – Capítulo 6: En caso contrario


El texto de este artículo se encuentra sometido a una licencia Creative Commons del tipo CC-BY-NC-ND (reconocimiento, no comercial, sin obra derivada, 3.0 unported)


El Club del Autodidacta


Consulta el índice completo de artículos relacionados con Python.

Acumulando horas de vuelo aeróbicas

He aprovechado que quería visitar el gimnasio a trabajar algo los hombros para correr una horita sobre la cinta y matar dos pájaros de un tiro.

La otra opción, salir de noche, también era sugerente. Hacía calor, pero dentro de límites aceptables.

La cuestión importante es que tenía ganas, muchas ganas.

Es fundamental mantenernos motivados y parte de nuestro trabajo como corredores consiste en avivar permanentemente ese fuego que nos empuja a lanzarnos con ilusión a recorrer kilómetros cada día.

Denominación: 60′ en cinta FC [135-139]

Por cierto, he pedido cita con el podólogo para el próximo lunes; he decidido hacerme unas plantillas a medida. Tengo intención de usarlas no solamente corriendo, sino para un uso cotidiano también.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies