A quien madruga Dios le ayuda

Hoy siento que he dado un paso importante como corredor.

El sábado o domingo que me toca correr suelo levantarme, desayunar con calma y remolonear hasta las 11:30 o así, hora en la que cojo la bicicleta para desplazarme al gimnasio y, desde allí, planificar una tirada, bien por el Parque del Alamillo, próximo a él, o bien en una de las cintas si la temperatura exterior lo aconseja. Una vez concluida la sesión de running aprovecho para acondicionar.

Hoy, que me tocaba entrenar, he optado por hacer algo más estimulante: salir a correr temprano, sin remolonear, y antes incluso de haber desayunado.

Así que me he incorporado de la cama y, sin pensármelo dos veces, me he lavado y vestido, he cogido el pulsómetro, la gorra y las gafas de sol, he cargado el iPod con el «Brave» de Marillion y he salido a patear la calle con una agradable temperatura matinal de 20 grados.

No suelo llevarme música cuando entreno, y dudo mucho de que vuelva a hacerlo. Tengo la mente entretenida con muchas cosas y no puedo prestar atención a la música. Que si mi pisada, que si el pulso, o las personas con las que me cruzo, los paisajes, o me pongo a dialogar mentalmente conmigo mismo.

Para la música soy muy pejigueras, no me gusta que esté en segundo plano. Cuando escucho música vuelco completamente mi atención sobre ella al igual que si estuviera leyendo un libro.

Definitivamente, el iPod mejor en casa a la hora de correr.

He salido desde el centro, subido por la carretera de Carmona y me he internado en el enorme Parque de Miraflores, con sus muy buenos kilómetros sobre tierra.

Muchos corredores madrugadores; ese parque siempre está abarrotado de ellos.

He descubierto lo que es sumergirse en una nube enorme y agobiante de mosquitos que me han acompañado durante varios centenares de metros. Menos mal que llevaba gafas de sol y que respiraba por la nariz. Menos mal, también, que no eran de los que pican.

En otro punto del recorrido me he cruzado con un pato que había abandonado el estanque. He tenido que apartarme yo, el tío ha pasado de mí y no se quitaba de en medio.

Completada la vuelta completa al parque he retomado el camino inverso de regreso a casa, donde me he metido una buena duchita, he desayunado un par de sabrosas tostadas y me he puesto a remolonear merecidamente un poco.

Hasta las 11:30, momento en el que he cogido la bici para irme al gimnasio, pero ya con la buena sensación del deber cumplido.

Repetiré más veces lo de hoy, sin duda.

Denominación: 60′ FC [135-139]

Javier Montero

4 opiniones en “A quien madruga Dios le ayuda”

  1. Es una buena decisión la de salir temprano, vuelves a casa con la sensaci´ñon de tener todo el día por delante y haber cumplido. Pero yo prefiero desayunar algo antes. Un saludo

  2. Estoy buscando la forma de poder entrenar antes de ir a currar. Si lo consigo sí que será un gran paso. 🙂

  3. Bueno es verdad A quien madruga Dios lo ayuda ya que muchas personas que trabajan salen adelante se esfuerzan en hacer el bien y a la vez no se dejan vencer facilmente a esas personas Dios le ayuda en cambio si una persona no hace nada no trabaja no se esfuerza por salir adelante no le pone interes en salir adelante a esas personas Dios no le ayuda..un claro ejemplo: por ejemplo a esas personas discapacitadas que no tienen brazos, ni piernas, a pesar de su discapacidad salen adelnte y luchan ante las dificultades a esas personas Dios le ayuda…

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