XXIV Carrera Nocturna del Guadalquivir – 2012 Sevilla

Fiel a mi cita con el destino, acudí una vez más a la gran carrera multitudinaria sevillana. Más de quince mil corredores con dorsal, más un buen número incontable sin él, nos juntamos en una noche ideal.

Hay veces en las que uno hace las cosas con una especie de piloto automático, un programa que dirige nuestras acciones y que, aunque seamos consciente de él, no podemos modificar su curso.

Es lo que me sucede con esta carrera. Me daba igual que la noche amenazara lluvia o el estado físico en que me pudiera encontrar. Correría y punto.

Lo he dicho muchas veces: la Nocturna del Guadalquivir, junto a la San Silvestre vallecana en Madrid, fueron los motivantes que me empujaron a correr. Volver a estar en ellas reafirma mi compromiso.

No me gusta utilizar el coche en la ciudad, pero opté por cogerlo para desplazarme hasta el estadio olímpico, lugar en el que finalizaría la prueba. No me resultaba atractiva la idea de andar tres kilómetros de vuelta a casa después de doce corriendo. El año anterior lo hice así y me supuso una tiritera tremenda por enfriamiento.

En el camino hacia el punto de salida escuché a un veterano en estas lides transmitiendo su experiencia a otros más jóvenes que lo acompañaban. Contaba que había participado en todas las ediciones de esta carrera y que en la primera de ellas, hace ya veinticuatro años, apenas se registraron algo más de un centenar de participantes.

Al rato oí que alguien me llamaba: era José Luis «JLRodriguez», compañero de desventuras en el foro de atletismo con el que compartí el año pasado la salida en la nocturna. Le acompañaba Javier «alavejezviruelas», otro forero con el que he trabado conversación en ocasiones, pero que no tenía el placer de conocer en persona. Le pedimos a otro amable corredor que nos echara una foto para inmortalizar el momento.

Llevaba meses desconectado del foro, así que me puse al día de sus planes y progresos individuales. Mi tocayo se estaba preparando para su debut en breve en una maratón. Decía que esta sería su última participación en la nocturna, pues en un acontecimiento con tanta participación resultaba complicado calentar adecuadamente, con el consiguiente riesgo de lesión.

Decía, con razón, que no solo los músculos, tendones y articulaciones de las piernas debían calentar bien. Era importante que el corazón (otro músculo) no fuera sometido a un incremento brusco en sus pulsaciones. Un calentamiento suave era la mejor manera de prepararlo para el esfuerzo posterior.

Programé a ForeRundy, mi reloj deportivo, para que como mínimo me llevara a meta a un ritmo de 6:30 /Km. Lo había decidido así hace ya un par de semanas: quería una carrera orientada fundamentalmente al disfrute y sin grandes esfuerzos físicos. Era un ritmo más lento incluso que el que sigo habitualmente en los entrenamientos (entre 6:00 y 6:15), y bastante distante del que mantengo en competición (entre 5:10 y 5:30), pero quería terminar la carrera con muy buenas sensaciones.

A las diez de la noche, aproximadamente, dio comienzo de la carrera y me despedí de mis compañeros para que se dejaran la piel en ella (con excelente resultado, como luego pude comprobar).

Al momento supe que 6:30 iba a ser demasiado lento y rectifiqué la estrategia para correr a 6 minutos por kilómetro, lo que me situaría en meta en algo más de una hora. Solo por debajo de ese ritmo comienzo a tener sensación de sufrimiento, pero con él me parece que podría estar corriendo horas y horas sin detenerme.

Durante todo el trayecto estuve muy concentrado. En un momento dado escuché a alguien decir que ya llevábamos 7 Km. Se me había hecho tremendamente corto y la sensación era la misma que si hubiera empezado a correr. Normalmente, en competición, suele ser a partir de este punto cuando activo el modo SUFRIMIENTO ON, corriendo en agonía el resto de la prueba. Pero esta vez, a ese ritmo tranquilo, me daba la sensación de estar paseando.

El momento visual más impactante fue el paso por el túnel de la calle Arjona, completamente iluminado y mostrando una masa multicolor impresionante de corredores. Me arrepentí de no sacar el móvil y grabar un vídeo. Fue en su salida, tras la cuesta arriba, el único momento de sofoco, pero en pocos segundos logré recuperar el equilibrio mantenido hasta entonces.

Una vez cruzamos el puente de la Barqueta, el par de kilómetros restantes me resultaron cortos también; el año anterior me parecieron eternos.

Entramos en el estadio olímpico por el túnel norte y completamos una vuelta a la pista de atletismo, donde alcancé la meta en una hora y nueve minutos, para una distancia total, según mi reloj, de 11.260 metros, a los que habría que añadir otros 200 o 400 más en los que el GPS perdió la conexión dentro del túnel.

Con excelentes sensaciones físicas, pero triste. Porque todo llega y todo se acaba en la vida, como si una parte de mi quisiera aún seguir en la carrera, con el reloj detenido y atrapado para siempre en el kilómetro siete.

Javier Montero Gabarró


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El Club del Autodidacta

6 opiniones en “XXIV Carrera Nocturna del Guadalquivir – 2012 Sevilla”

  1. Transmites muy bien gran parte de las sensaciones que se tienen en una carrera tan mágica como ésta, y de los valores del deporte. Para mí fue un placer participar. Enhorabuena a todos los corredores.

  2. Yo tarde por mi reloj 1hora y ocho minutos. Así qué deduzco que entramos casi juntos. A mi también se me hizo corto el último trayecto que el año pasado se me hizo eterno.

    1. Casi a la vez, cierto…
      Los 600 metros que nos quitaron con los recortes debieron sentirse, pero también creo, al menos en mi caso, que tuvo que ver que el año pasado menosprecié el tramo final, que realmente engaña cuando no te lo conoces.
      Pero sí, me pasó volando, sin enterarme, y con ganas de más. 🙂

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