Un compañero del foro de atletismo ha expresado el siguiente comentario en relación al artículo que publiqué ayer sobre la fórmula Maffetone:
«Está bien esa fórmula de Maffetone. El problema es que es una más que añadir a todo lo que circula por la web para saber tus umbrales: con FC en reposo, con peso, por edad pura…
Yo, personalmente, renuncio a saber cuál es mi umbral anaeróbico exacto sin hacer un test. Calculo que estará en algún punto entre 151 y 156; con eso me vale para ir entrenando. Si quiero asegurarme de ir bien bajo, en aeróbico claro, hago sub 147: si quiero acercarme más al 80%, sub 156.
El problema de tanta fórmula y teoría es que uno puedo volverse loco.»
Tenemos ante nosotros un mundo mucho más rico en información y en opciones que hace unos años. ¿Es esto bueno? ¿Nos hace las cosas más fáciles o más difíciles? Reflexionemos sobre esto.
Esta ha sido mi respuesta al comentario:
Entiendo tu confusión: tanta información, tantos métodos…
Lo único que debes tener claro de todo esto es algo que hasta un niño sabe perfectamente: correr.
Comprendiendo esto, todo lo demás está en un plano secundario.
Hay numerosos modelos que tratan de explicar los fenómenos físicos asociados a este deporte. Pero, por desgracia, en la mayor parte de los casos, hay poca o ninguna evidencia experimental.
Esto significa que, si decides sumergirte en este aparente caos, tendrás que forjarte tu propia opinión.
Que haya muchos métodos no es malo. Hay mucha gente que prefiere no tener opciones o, por lo menos, el menor número de ellas. Esto les hace la vida más sencilla. A mucha gente le sucede como al asno de Buridan, que le pusieron dos fardos de comida y se murió de hambre por no ser capaz de decidir entre uno u otro.
Tener opciones significa flexibilidad. Nos facilitan la posibilidad de CAMBIAR si lo necesitamos.
Teniendo claro el principio básico de cómo se corre, el que todos los niños, insisto, saben sin haber estudiado el método POSE o conocer la existencia de un umbral aeróbico, puedes permitirte el lujo de adoptar y probar cuántos métodos te atraigan.
Lee sobre ellos, investiga y si alguno te estimula. ¿Por qué no probarlo? ¿Qué sentido tiene preguntarse si tal vez el otro sería mejor? Recuerda, no te mueras de hambre.
Pruébalo, adóptalo y tan pronto te percates que deja de funcionar para ti, «elige» una opción distinta y experimenta con ella, a ver qué puede dar de si y la puedes usar a tu favor.
Respecto a la fórmula de Maffetone. En efecto, es una fórmula más. Detrás de todas ellas no hay más que un intento de modelar datos recopilados de centenares pruebas fisiológicas (que son las únicas que pueden dar información relativamente precisa).
Todas cumplen su cometido, en el sentido de que son útiles en términos estadísticos, representando a la mayor parte de la población.
Desde luego, preferiría el dato fisiológico, pero me da apuro gastarme más de 100 euros en estos momentos, aparte de que me da mucha pereza. Por lo tanto, me doy por satisfecho con estas aproximaciones. ¿Con cuál me quedo?
Replanteo la pregunta: ¿con cúal de las opciones me quedo, sabiendo que, cuando me canse o deje de gustarme eligiré otra diferente?
A mí la de Maffetone me gusta por varias razones:
– El nombre suena bien.
– Su creador, aparte de ser médico y entrenador, es músico y compositor.
– Contempla, aunque sea de modo grosero, factores de forma física.
– Es la que me da el dato más conservador sobre mi frecuencia máxima aeróbica. Me estimula trabajar aeróbicamente con el mínimo valor.
Conclusión: no te pierdas entre esta selva de información. Lo fundamental ya lo sabes; el resto, experiméntalo y fórjate tu propia opinión.