Recurriendo a los mentores

Semana redonda en lo referente a correr: he respetado escrupulosamente la sucesión de entrenar y descansar un día y he materializado mi cuarto entrenamiento de la semana.

El ejercicio ha sido idéntico al realizado durante la sesión anterior: 72 minutos en cinta con CR-III (140, 155, 4, 3).

No he sentido la necesidad de cambiar: la motivación era muy alta y el nivel de exigencia era relativamente mayor que el promedio del último mes. ¿Por qué no seguir insistiendo, entonces?

Después: sesión de acondicionamiento de piernas trabajando cuádriceps, femoral, abductores, adductores y gemelos y una tanda de abdominales y rotaciones de cintura.

Me he divertido mucho corriendo, pero lo mejor de toda la sesión no ha estado ahí, sino en los desplazamientos de casa al gimnasio y viceversa.

Mi bicicleta seguía rota. Aunque tenía la opción de utilizar una de las públicas, he preferido desplazarme andando escuchando algo de música.

He cargado el MP3 con el doble blanco de los Beatles. Me ha dado tiempo a devorar casi los dos discos enteros durante la ida y vuelta del gimnasio.

Ha sido una invocación a mis «mentores». Recurro a ellos siempre que necesito que mis recursos internos estén rebosantes. Seguro que buena parte de la alegría que he demostrado en la sesión de running ha sido debida a eso.

Era preciso no demostrar pereza corriendo esta semana. La constancia y la disciplina las voy a necesitar a mi lado durante un buen tiempo.

Ya os dejo, que tengo mucho que hacer…

Lo primero: cambiarle las cuerdas a mi Strato.

Javier Montero

¿Demasiada información? ¿Demasiadas opciones?

Un compañero del foro de atletismo ha expresado el siguiente comentario en relación al artículo que publiqué ayer sobre la fórmula Maffetone:

«Está bien esa fórmula de Maffetone. El problema es que es una más que añadir a todo lo que circula por la web para saber tus umbrales: con FC en reposo, con peso, por edad pura…

Yo, personalmente, renuncio a saber cuál es mi umbral anaeróbico exacto sin hacer un test. Calculo que estará en algún punto entre 151 y 156; con eso me vale para ir entrenando. Si quiero asegurarme de ir bien bajo, en aeróbico claro, hago sub 147: si quiero acercarme más al 80%, sub 156.

El problema de tanta fórmula y teoría es que uno puedo volverse loco.»

Tenemos ante nosotros un mundo mucho más rico en información y en opciones que hace unos años. ¿Es esto bueno? ¿Nos hace las cosas más fáciles o más difíciles? Reflexionemos sobre esto.

Esta ha sido mi respuesta al comentario:

Entiendo tu confusión: tanta información, tantos métodos…

Lo único que debes tener claro de todo esto es algo que hasta un niño sabe perfectamente: correr.

Comprendiendo esto, todo lo demás está en un plano secundario.

Hay numerosos modelos que tratan de explicar los fenómenos físicos asociados a este deporte. Pero, por desgracia, en la mayor parte de los casos, hay poca o ninguna evidencia experimental.

Esto significa que, si decides sumergirte en este aparente caos, tendrás que forjarte tu propia opinión.

Que haya muchos métodos no es malo. Hay mucha gente que prefiere no tener opciones o, por lo menos, el menor número de ellas. Esto les hace la vida más sencilla. A mucha gente le sucede como al asno de Buridan, que le pusieron dos fardos de comida y se murió de hambre por no ser capaz de decidir entre uno u otro.

Tener opciones significa flexibilidad. Nos facilitan la posibilidad de CAMBIAR si lo necesitamos.

Teniendo claro el principio básico de cómo se corre, el que todos los niños, insisto, saben sin haber estudiado el método POSE o conocer la existencia de un umbral aeróbico, puedes permitirte el lujo de adoptar y probar cuántos métodos te atraigan.

Lee sobre ellos, investiga y si alguno te estimula. ¿Por qué no probarlo? ¿Qué sentido tiene preguntarse si tal vez el otro sería mejor? Recuerda, no te mueras de hambre.

Pruébalo, adóptalo y tan pronto te percates que deja de funcionar para ti, «elige» una opción distinta y experimenta con ella, a ver qué puede dar de si y la puedes usar a tu favor.

Respecto a la fórmula de Maffetone. En efecto, es una fórmula más. Detrás de todas ellas no hay más que un intento de modelar datos recopilados de centenares pruebas fisiológicas (que son las únicas que pueden dar información relativamente precisa).

Todas cumplen su cometido, en el sentido de que son útiles en términos estadísticos, representando a la mayor parte de la población.

Desde luego, preferiría el dato fisiológico, pero me da apuro gastarme más de 100 euros en estos momentos, aparte de que me da mucha pereza. Por lo tanto, me doy por satisfecho con estas aproximaciones. ¿Con cuál me quedo?

Replanteo la pregunta: ¿con cúal de las opciones me quedo, sabiendo que, cuando me canse o deje de gustarme eligiré otra diferente?

A mí la de Maffetone me gusta por varias razones:

– El nombre suena bien.
– Su creador, aparte de ser médico y entrenador, es músico y compositor.
– Contempla, aunque sea de modo grosero, factores de forma física.
– Es la que me da el dato más conservador sobre mi frecuencia máxima aeróbica. Me estimula trabajar aeróbicamente con el mínimo valor.

Conclusión: no te pierdas entre esta selva de información. Lo fundamental ya lo sabes; el resto, experiméntalo y fórjate tu propia opinión.

Motivaciones intrínsecas

En un foro en el que participo se preguntaba sobre fórmulas para mantener una motivación constante y no racheada. Es un tema delicado y me ha parecido interesante dejar aquí mi visión particular:

Hay libros enteros dedicados a la motivación. Teorías no faltan. Recuerdo haber estudiado a Bandura hablándonos de las expectativas de resultado y de autoeficacia como elementos que determinaban el grado de motivación de las personas.

La PNL nos ofrece numerosas maneras de afrontar la perdida de motivación y su aplicación dependerá de cada persona y de la situación en particular.

Podemos comenzar revisando los niveles lógicos, ¿existe alguna creencia limitadora? ¿es una cuestión de habilidades, conducta, entorno?

¿Están los objetivos bien definidos? Esto es, en términos positivos, con control sobre ellos, tamaño adecuados, etc… ¿Estamos comprometidos con esos objetivos? ¿Hemos considerado la «ecología», es decir, ¿entran en conflicto con otros objetivos? Cualquier reserva en este sentido significará una losa que con toda probabilidad terminará minando nuestra motivación.

Podríamos examinar las estrategias que la persona usa para motivarse y trabajar en ese aspecto.

A mí me gusta tratar los problemas de motivación desde la perspectiva de su origen. ¿Se trata de una motivación extrínseca o intrínseca?

Una motivación es intrínseca cuando la recompensa se halla en su propia realización. Por ejemplo, podemos jugar al tenis simplemente porque disfrutamos haciéndolo, sin necesidad de miras superiores.

Una motivación extrínseca ligada a una fuerte motivación intrínseca es una fórmula mágica para el logro rápido de objetivos.

Soy músico y afronto un duro esfuerzo componiendo canciones, ensayando y preparándolas a conciencia con los compañeros de mi banda. Difícilmente podría estar motivado permanentemente si no fuera por una visión clara de mi objetivo unido a un honesto y auténtico placer disfrutando de lo que estoy haciendo.

Las motivaciones intrínsecas son muy poderosas. Consisten en comprender que el disfrute está en el propio camino más que en la meta. Son las únicas que realmente pueden hacernos disfrutar del momento más valioso, el único que verdaderamente existe: el momento presente.

Colapsamiento de anclas

Ayer me preguntaron por algún tipo de técnica que permitiera anular un «anclaje» que es capaz de provocarnos una respuesta negativa y que desearíamos corregir. Hace tiempo respondí a esta cuestión en un foro de Facebook. Reproduzco lo que indiqué entonces.

Hay muchas técnicas en función de la intensidad del estado negativo que queramos desanclar.

Una muy buena es lo que se conoce en PNL como colapsamiento de anclas. Muy resumidamente:

Debes identificar con claridad primero el ancla que deseas eliminar y establecer cual sería tu respuesta deseada.

A continuación establecemos un nuevo ancla que provoque ese nuevo estado positivo y, por turnos, disparamos los dos anclas, el antiguo y el nuevo, repetidas veces.

Una vez hecho esto disparas los dos anclas juntos, lo cual provocará una contradicción en la fisiología al tratar de conseguir un estado positivo y otro negativo simultáneamente.

Esto deberá reducir o neutralizar completamente el anclaje negativo, lo cual deberás contrastar disparando el antiguo ancla.

Si aún ha quedado efecto negativo puedes repetir de nuevo el proceso agregando a la caldera nuevas emociones positivas o apilando anclas.

Va a ser una cuestión de balanza. Si quieres eliminar algo muy negativo tendrás que añadir algo muy positivo en su lugar.

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