Al igual que hice el lunes de la semana pasada, hoy he vuelto a poner el despertador a las seis menos diez de la mañana para poder entrenarme antes de acudir al trabajo.
Por mucho que nos pueda gustar esta actividad, hay que admitir que es bastante duro, y un poco de colgados, robar más de una hora del ya de por sí escaso tiempo de sueño y echarse a la calle en ayunas a recorrer una decena de kilómetros.
La misma ruta que la otra vez, rodeando Sevilla por la ronda. El mismo escenario y casi los mismos personajes.
Corriendo por Resolana, escucho a un borracho decirme, desde el lado opuesto al que yo estaba: «Anda, que corres menos que…». El resto no lo escuché, pero no parecía que estuviese alabando mi manera de correr. Ya sabemos lo que se dice: los niños y los borrachos siempre son sinceros.
Pasando la Barqueta y enfilando Torneo abajo, diviso, a unos doscientos metros delante mía, al mismo corredor que el lunes pasado me sirvió de liebre y que en el minuto 15 invirtió el rumbo para completar su entrenamiento de media hora. Al poco tiempo, más o menos a la misma altura que la otra vez, lo veo repetir la maniobra, cruzándome con él de frente.
Doblando el paseo de Cristina hacia la puerta de Jerez, y mirando ya al este, me doy cuenta de que ha amanecido.
El trayecto se me está haciendo cortísimo. No miro el reloj más que para comprobar, de cuando en cuando, que el pulso está bien asentado por debajo de las 150 ppm.
Completo la vuelta a Sevilla, de puerta a puerta de casa, en 49:38 a una media de 147 ppm.
Estoy seguro de que todos los corredores que me leéis volcáis vuestra pasión, además de en este enriquecedor deporte, en otras actividades diversas. Todo el esfuerzo que realizamos corriendo, y especialmente el que emana de los entrenamientos que consideramos más exigentes, revierte en cada uno de nuestros empeños de superación personal, deportivos o no.
Un entrenamiento como el de hoy requiere mucha disciplina. Cuando uno es capaz de ser disciplinado en una actividad, tiene la potencialidad de serlo en cualquier otra.
Si empezamos la semana siendo disciplinados para cumplir con una tarea dura, ¿acaso no seremos capaces de demostrar esa disciplina en tareas menos exigentes?
Cuando corro, no lo hago sólo por estar en mejor forma física y mejorar mis marcas personales. Lo hago para poder mostrar lo mejor de mí en cualquier otra faceta de mi vida.
Javier Montero