Objetivo: modelo visual para la gestión de intereses en un contexto polifacético.
Hemos hablado, en otras ocasiones, de diferentes tipos de polifacetismo. Por un lado está el exclusivo, aquel en el que el foco de atención se centra en una única actividad durante períodos temporales relativamente largos. Tal vez desees dedicar cincuenta años al estudio de la física y matemáticas, otros cincuenta a la antropología, cincuenta más al sano ejercicio de escribir y otros tantos para perfeccionarte tocando el piano.
Puede que haya exagerado un poco, pero quien dice cincuenta dice cinco años…, o cinco meses.
Estas personas, a simple vista, no aparentan ser polifacéticas. Sólo contemplando con perspectiva su trayectoria vital descubres su diversidad de intereses.
Y luego está aquel tipo de polifacetismo que se asemeja a un nido de polluelos hambrientos, siempre insaciables. Sólo tienes un pico para ir alimentándolos de uno en uno. Es importante cuidar de que ninguno se quede sin su ración diaria de comida.
Quédate bien con esta imagen, pues es muy representativa del día a día de un polifacético.
Para llevar un control de cuando fue la última vez que alimentamos a cada uno de nuestros pichones podemos recurrir a un modelo que denomino la matriz polifacética.
En una hoja de cálculo indicamos, en cada fila, las diferentes áreas de interés. Tantas como facetas deseemos alimentar. En las columnas de la tabla aparecen numerados los distintos días del mes actual.
La relación será tan simple o compleja como desees. Puede ser muy detallada (en la mía figura un centenar) o limitada a cuatro o cinco categorías generales. Adáptala completamente a tus necesidades.
La operativa es muy sencilla: marca una X en la celda adecuada si ese día en concreto le has dedicado tiempo suficiente a esa actividad. Decide tú qué significa «tiempo suficiente», pero probablemente sea algo que quieras diferenciar según el tipo de actividad. Por ejemplo, si tocas la guitarra y un día te limitas a recorrer escalas durante uno o dos minutos, tal vez no sea honesto acreditarte un trabajo suficiente para ganarte la X. Quizá una sentada de veinte minutos, al menos, con plena concentración, pueda suponer ya un tiempo relevante. Establece uno a uno tus propios criterios.
Hubo un tiempo en el que, en lugar de marcar así cada casilla, utilizaba un código de tres colores de fondo en función de la intensidad dedicada a la actividad (baja, moderada o alta). Finalmente lo desestimé, pues sobrecargaba innecesariamente el sistema.
Observa, en el gráfico, que hay actividades que aparecen jerarquizadas en distintos niveles. Por ejemplo, en la categoría CIENCIAS aparece otra de segundo nivel, FÍSICA, de la que a su vez cuelga, en un tercer nivel, PROBLEMAS. Por lo general, distingo el tiempo que dedico a estudiar y a leer textos de física del que empleo para la resolución práctica de problemas.
Si señalas con una X una actividad, asegúrate de marcar también todas las actividades padre de que dependa. En el ejemplo anterior, si resuelvo PROBLEMAS de física, marco también las categorías FÍSICA y CIENCIAS. De este modo, puede que un día trabaje en física y otro lo dedique a las matemáticas. Las dos marcas presentes en CIENCIAS me indicarán que, si bien no he atendido a cada subcategoría individual esos días, al menos si he dedicado tiempo a una actividad científica. De hecho, no pretendo todos los días estudiar física, pero sí que intento, en la medida de lo posible, que no pase un día sin mi dosis suficiente de contacto con la ciencia.
Puedes incluir también, en tu relación de actividades, hábitos que quieras mantener. Tareas relacionadas con el deporte, la salud, la gestión personal o las relaciones sociales y familiares también pueden encajarse perfectamente en esta matriz. Sé imaginativo.
Tal vez no desees, expresamente, atender diariamente cada actividad y te baste con una o varias ocurrencias semanales. Puede que no tengas tiempo para estudiar y jugar al ajedrez con regularidad, pero quizá puedas darte el capricho, una o dos veces por semana, de sacar tu tablero y analizar, junto a una taza de café, una partida de ajedrez magistral.
El método da cabida también a los días monotemáticos, si te gusta ese modo particular de operar. De un simple vistazo tendrás información que te ayudará a decidir qué modo conviene volver a tratar.
Observa, en la parte inferior, como el documento se organiza en pestañas, una para cada mes, lo que facilita el seguimiento en los días de transición.
Un buen momento para revisar la matriz polifacética es al terminar la jornada, recordando y marcando lo que hemos hecho a lo largo del día y esbozando el que será el plan de trabajo de mañana.
En cuanto tu lista sea medianamente amplia, ten claro que será virtualmente imposible marcar todas las casillas diarias. El objetivo no es ese, no lo olvides. ¡Qué estrés, si fuera así! La bondad del método no es otra sino disponer de un sistema que nos permita, de un modo visual e inmediato, evaluar el grado de equilibrio en nuestra vida de acuerdo a cómo hemos decidido vivirla.
Javier Montero Gabarró
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