LaTeX – Capítulo 20: Modificando el tamaño de la fuente

Tras la lectura del artículo de hoy, que apenas te llevará un par de minutos, aprenderás qué es eso del tamaño de fuente base de LaTeX, cómo cambiarlo y cómo destacar palabras o frases modificando puntualmente el tamaño de la base.

Por defecto, si tú no indicas lo contrario, LaTeX genera documentos con un tamaño base de 10pt. Con esto quiero decir que el texto común se escribe en ese tamaño. Todos los demás elementos estructurales, como títulos de capítulos, secciones, pies de página, etc, se escriben en una fuente calculada automáticamente dependiendo de ese valor base de 10 puntos.

Tú no tienes que preocuparte por elegir un tamaño para una sección ni para ningún elemento estructural, aunque podrías hacerlo. LaTeX lo hace estupendamente por ti, puedes delegar perfectamente esa tarea.

Si prefieres un tamaño base distinto a 10pt, las clases por defecto de LateX te ofrecen, además, las opciones de 11pt o 12pt. Si te decides a elegirlas, relájate y confía en LaTeX: adaptará automáticamente todos los elementos estructurales en virtud del nuevo tamaño base.

Aquí te dejo tres PDFs con la misma versión del documento en 10pt, 11pt y 12pt, por si quieres compararlos.

Para elegir un tamaño base distinto a 10pt, debes facilitar el valor al elegir la clase de documento:

\documentclass[11pt]{book}

para un tamaño de 11 puntos, o bien

\documentclass[12pt]{book}

para 12 puntos.

Aprovecho para refrescarte que los parámetros obligatorios se incluyen entre llaves {}, mientras que los opcionales figuran entre corchetes [].

Puede que, eventualmente, quieras cambiar el tamaño de fuente de una palabra o frase en concreto para destacarla del resto. LaTeX te ofrece diez comandos para que elijas entre diez posibles tamaños. Se trata de declaraciones, es decir, comandos que activan determinados modos de funcionamiento y que se mantienen en tanto y cuanto no finalice el grupo al que pertenecen o sean anulados por otros comandos incompatibles con ellos.

Te los muestro ordenados, desde el que produce el tamaño más pequeño de letra hasta el que genera el más grande:

\tiny
\scriptsize
\footnotesize
\small
\normalsize
\large
\Large
\LARGE
\huge
\Huge

El tamaño por defecto es \normalsize.

Observa que \large aparece de tres modos: todo en minúsculas, la primera en mayúsculas y todo en mayúsculas. Recuerda que los comandos de LaTeX diferencian entre mayúsculas y minúsculas.

Debes saber que esos diez tamaños son relativos al tamaño de fuente base. Es decir, tiny en 10pt es más pequeño que en 12pt.

En el siguiente ejemplo he empleado estas declaraciones sobre determinados párrafos para que compares su tamaño, desde el minúsculo de tiny hasta el enorme de Huge.

Para concluir, una recomendación: utiliza estos comandos con mucha discreción. No suele ser una buena práctica destacar texto modificando su tamaño. Confía en LaTeX y en su modo inteligente de ajustar el aspecto adecuado de los elementos estructurales.

Javier Montero Gabarró


LaTeX – Capítulo 20: Modificando el tamaño de la fuente


El texto de este artículo se encuentra sometido a una licencia Creative Commons del tipo CC-BY-NC-ND (reconocimiento, no comercial, sin obra derivada, 3.0 unported)


El Club del Autodidacta

Bienvenidos de nuevo, 45 minutos

Hacía ya muchos meses que no escribía sobre mis entrenamientos. Salvo dos artículos puntuales sobre la nocturna del Guadalquivir y la San Silvestre vallecana, los artículos de running no se han vuelto a ver por el blog.

La razón de eso es porque en agosto, a raíz de una pequeña lesión, que hizo que me replanteara mi trayectoria, decidí volver a comenzar absolutamente desde cero.

Volver a empezar significaba correr muy poco tiempo y muy lento. La primera semana mis entrenamientos consistieron en breves tiradas de apenas cinco minutos un día sí y un día no.

El método riguroso que seguiría consistía en incrementar cada semana la exigencia de un modo muy sutil. Cada semana mis entrenamientos aumentaban dos minutos y medio respecto a los de la anterior. Así, la segunda semana corría 7’5 minutos y la tercera ya estaba en los 10.

Acostumbrado a entrenamientos de hora y media, este cambio radical implicaba mucha paciencia. Pero era el mejor modo de readaptar mi organismo a los cambios drásticos que suceden cuando uno corre.

En la crisis que me llevó a esa decisión comprendí lo mal que había hecho las cosas a lo largo de la temporada anterior. Hace falta muchos años para forjar a un corredor y creer que uno puede lograrlo en un solo año es una ilusión que puede ocasionarnos serios disgustos, como una lesión, o el abandono de la actividad por la falta de motivación.

Y es que, en ese frenesí ridículo de afán de superación en tan corto plazo, era necesario detenerse y volver a conectar con las motivaciones intrínsecas que hacen que disfrutemos de un ejercicio tan excelente como correr simplemente por lo que es. Y así, aprendí a esperar con ilusión esos cinco minutos y a disfrutar de ellos como si fuera lo último que viviera. Me entregaba a ellos con total pasión y los recibía agradecido como el mejor de los premios.

Con constancia y mucha paciencia, poco a poco las tiradas fueron incrementando su duración. En los hitos importantes, como los 20 o 30 minutos, me permitía repetir una semana extra sin incrementos, para consolidar mejor el trabajo. Estaba también muy pendiente de las sensaciones y, si tenía la menor duda en que alguna parte de mi cuerpo se quedaba rezagada con los pequeños incrementos, no dudaba en esperar y mantener el tiempo una semana más sin aumentarlo.

Las reglas eran rigurosas y las respetaba escrupulosamente: no más que el tiempo planificado y a un ritmo lento que me permitiera finalizar el ejercicio sin sensación de cansancio. El ritmo lo controlaba por sensaciones, el que me pidiera el cuerpo en cada momento. El pulsómetro, cuando lo utilizaba (tan sólo me hacía falta un reloj simple para controlar la duración del ejercicio) corroboraba que, en circunstancias muy cómodas, mi corazón latía en torno a los 150 pulsos por minuto.

La única excepción a la regla era mi compromiso con las carreras, en particular los doce kilómetros de la nocturna del Guadalquivir, a finales de septiembre, y los diez de la San Silvestre vallecana, el último día del año. Y así, las corrí y disfruté, con cuidado de no dejarme el alma en ellas.

Con el nuevo año decidí dejar de correr días alternos (7 entrenamientos en 14 días) y hacerlo cuatro días a la semana. Eso implicaba que tocaría entrenar dos días seguidos a la semana, rompiendo con el día de descanso entre medias sagrado hasta entonces.

Mi experiencia en este sentido ha sido muy satisfactoria. Dado que son entrenamientos suaves en exigencia, no ha habido ningún problema en hacerlo. De hecho, me sucede algo muy curioso: el segundo día consecutivo el cuerpo se comporta mucho mejor aún que el primero.

En el entrenamiento de hoy me he despedido de los 42’5 minutos tras varias semanas con ellos. Y lo he hecho de un modo muy grato. Últimamente estaba entrenando a ritmos suaves entre 6 y 6:30 minutos por kilómetro, pero hoy he llegado más lejos y con la misma percepción de esfuerzo que ayer: un ritmo de 5:45 que me ha dejado sorprendido, pues sólo entreno a velocidades que no me cansen en absoluto.

Así que el cuerpo me pide un nuevo y sutil cambio de nivel: la semana que viene toca pasar ya, de 42’5 a 45 minutos, que ya los estoy ansiando.

Y todo a esto a dos semanas justas de mi primera popular del año: la carrera Divina Pastora – Sevilla, prueba en la que conseguí mi mejor marca personal el año pasado en la distancia de 10K (54′ 10″). El objetivo sigue siendo el mismo que en la nocturna y la San Silvestre: simplemente acabarla. Correrla a mejor ritmo que en mis entrenamientos, por supuesto, pero sin dejarme el alma en el intento.

Porque, después de ella, retomaré mis entrenamientos cortos y lentos que tanto, tanto placer me dan.

Javier Montero Gabarró


http://elclubdelautodidacta.es/wp/2012/02/bienvenidos-de-nuevo-45-minutos/


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El Club del Autodidacta

El mejor secreto de productividad: ama y vive el presente

Gracias a este blog he aprendido a no guardar nada para mí. No siempre se puede querer compartir lo que uno le ha costado mucho tiempo o dinero aprender. Hacerlo día a día, escribir artículo tras artículo sin esperar nada a cambio, me proporciona mucha tranquilidad de espíritu y hace que me sienta un autodidacta agradecido.

Hoy quiero compartir contigo, circunstancial lector, el que considero el secreto más importante para una alta productividad sin estrés. Cualquier otro método que te pueda contar, por famoso, demostrado o elaborado que sea, no le llega a la altura de los tobillos a este: ama y vive el presente.

Algo tan simple como eso.

Ama…

Detrás de cualquier tarea siempre hay un beneficio implícito. Incluso las que más nos desagradan o las rutinarias lo tienen y es importante valorarlo y hacernos merecedor de él. Pon todo tu amor en hacer tu trabajo lo mejor posible, saca siempre a relucir lo mejor de ti mismo.

Vive el presente…

Cuando te enfrentes a cualquier tarea, concentra todos tus sentidos en ella. No desperdicies un solo pensamiento en algo ajeno a lo que estás haciendo. No te evadas del trabajo y dedícale toda tu atención. El momento presente, tan escurridizo, es lo único que de verdad tienes: no te lo pierdas y saboréalo con plenitud.

Si eres capaz de seguir estos dos consejos, no sólo te encontrarás con que eres capaz de realizar tu trabajo en mucho menos tiempo del habitual, sino que disfrutarás mucho más de él y descenderá tu nivel de estrés.

Voy a proponerte dos ejercicios aparentemente sencillos que te ayudarán a desarrollar y fortalecer estas actitudes. Practícalos rigurosamente todos los días y en muy poco tiempo aprenderás a extrapolarlos a todo lo que hagas. Pueden parecerte ridículos a simple vista, pero no debes menospreciarlos.

1. Lava los platos

Lava la vajilla después de comer. Dedica todo tu cariño y atención a que quede cuidadosamente limpia. Pon todos tus sentidos en juego: experimenta el contacto del agua en tus manos, el olor del jabón, el tacto de la espuma. Tómate todo el tiempo que haga falta para que desaparezca la suciedad y la grasa en toda la superficie. Asegúrate de ser meticuloso y sistemático. No te distraigas con pensamientos ajenos a lo que estás haciendo, no pierdas la concentración.

He elegido este ejercicio porque ilustra un ejemplo de tarea que, aunque importante, solemos clasificar como ingrata. Conecta con el beneficio implícito, cuida de la limpieza de los platos y cubiertos que, horas más tarde, volverán a utilizarse para que disfrutes con provecho de tus alimentos.

2. Lávate los dientes después de cada comida

Estoy seguro de que ya lo haces a diario. Pero te propongo que lo hagas de un modo diferente y mucho más consciente. Hazlo sin prisas y dedica tu atención, uno a uno, a cada diente y muela. Acaricia con suavidad las encías y siente las cerdas del cepillo sobre ellas. ¿Usas un cepillo o seda interdental? Repasa cuidadosamente cada hueco, no dejes ni rastro de comida entre las piezas. Termina con un colutorio y experimenta la sensación de frescor y ligereza de una boca limpia. Dedica todo tu amor y concentración al proceso, no te pierdas nada.

Este ejercicio muestra un ejemplo de tarea cotidiana cuyos beneficios principales se descubren a medio plazo y no en el momento de realizarlas. Es fácil, por pereza, olvidar nuestra higiene dental en ocasiones puntuales, pensando que nuestra salud dental no se resentirá por alguna que otra falta. Poco a poco vamos perdiendo la percepción de su importancia y los descuidos son cada vez más frecuentes. Resultado: problemas dentales garantizados.

Y, después de todo, si no eres capaz de dedicar todo tu amor y buen hacer a tu propia salud, a tu propia persona, ¿a qué otro objetivo podrás de verdad entregarte con plenitud?

Javier Montero Gabarró


El mejor secreto de productividad: ama y vive el presente


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Construcción de acordes – 9: séptima disminuido

Vamos a presentar hoy el acorde de séptima disminuido, también conocido simplemente como disminuido en un contexto basado en cuatriadas. Nos lo encontramos de modo natural sobre el séptimo grado de la escala menor armónica armonizada en terceras, pero posee un sonido tan dramáticamente tenso y característico que puedes encontrártelo fácilmente entre progresiones comunes. Echa un vistazo, por ejemplo, a cualquier bossa de Jobim para convencerte.

Si el acorde semidisminuido, que tratamos en la entrega anterior, constaba de una triada disminuida a la que le agregábamos una séptima menor (b7), el acorde disminuido es parecido, pero disminuyendo la séptima también.

Aquí se disminuye hasta al apuntador…

Pero, ¿qué es exactamente una séptima disminuida? Una séptima menor a la que bajamos un semitono más: Es decir, bb7 (doble bemol séptima).

Hacer dos veces bemol la séptima tiene el mismo sonido que la sexta. Se dice que son enarmónicos.

Puedes encontrarte el acorde de séptima disminuido cifrado habitualmente así: °, °7, dim7, o simplemente dim.

Y ahora, la fórmula de su construcción, que es para lo que está escrito este artículo:

dim7: 1 – b3 – b5 – bb7 (=6)

Por ejemplo, calculemos las notas de Cdim7.

Como siempre, construimos la escala mayor a partir de la fundamental del acorde:

C – D – E – F – G – A – B

Y tomamos los grados indicados en la fórmula: 1, b3, b5 y 6:

Cdim7: C – Eb – Gb – A

Otro ejemplo: Adim7

La escala de La mayor es:

A – B – C# – D – E – F# – G#

Adim7: A – C – Eb – F# (o Gb, igual a F#)

Hemos calculado las notas de dos acordes disminuidos, el de Do y el de La. ¿No observas nada curioso?

¡Son las mismas notas! Cdim7 tiene las mismas notas que Adim7.

Esto nos lleva a una interesante propiedad de los acordes disminuidos: son cíclicos, redondos, y el circulito ° que acompaña su símbolo ilustra perfectamente esta propiedad.

Si calculas la distancia que existe entre los grados 1 – b3, b3 – b5, b5 – 6 y 6 – 1, verás que, en todos los casos, es siempre la misma, una tercera menor (tono y medio).

Es decir, si comienzas a construir el acorde directamente en la b3, o en la b5, o en la 6, siempre te aparecerán las mismas notas. La nota LA es la sexta en la escala de DO, con lo que Cdim7 y Adim7 comparten las mismas notas. Exactamente las mismas que si construyes Ebdim7 (sobre la b3) o Gbdim7 (sobre la b5).

Por eso suele decirse que, en realidad, sólo hay tres acordes disminuidos (por ejemplo, Cdim7, C#dim7 y Ddim7, u otros tres cualquiera contiguos). Todos los demás se construyen con las mismas notas que esos tres.

Abandona de cuando en cuando las armonizaciones simples y experimenta el efecto de este excitante acorde en tus composiciones; siente el universo sonoro que gira cíclicamente, en un perfecto círculo, alrededor de él.

Javier Montero Gabarró


Construcción de acordes – 9: séptima disminuido


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MuseScore #17: Ligaduras de expresión

Como todo en MuseScore, crear ligaduras de expresión es tremendamente sencillo. En el artículo de hoy frasearemos una conocida melodía y mostraremos las técnicas básicas.

Well I come from Alabama with my banjo on my knee
And I’m going to Louisiana, my own true love for to see…

La figura siguiente representa una transcripción básica de un fragmento de la canción tradicional americana Oh Susanna! en Do mayor:

Observa las dos ligaduras de expresión. He configurado deliberadamente la página para admitir 5 compases de anchura, de modo que podamos ilustrar cómo hacer ligaduras en el supuesto de que se extiendan a sistemas diferentes, como es el caso de la segunda, que comienza en el primer sistema y concluye en el segundo.

Lo primero que hay que hacer es introducir las notas. Si deseas ahorrarte el proceso, puedes descargarte el siguiente fichero, que contiene el fragmento sin ligaduras.

Existen varios modos de crear las ligaduras de expresión. Como tenemos que pintar dos, usaremos una técnica diferente para cada una de ellas.

Despliega la paleta Líneas. El primer símbolo corresponde a una ligadura de expresión.

Para colocarlo en la partitura tenemos dos variantes que suelen ser comunes para la mayoría de los símbolos y que ya hemos explicado en alguna ocasión. Comienza haciendo clic sobre la primera nota desde la que comenzará la frase, de modo que aparezca seleccionada en azul. A continuación, haz doble clic sobre el símbolo de la ligadura. Esto provocará que aparezca una pequeña ligadura de expresión, acompañada de cuatro cuadraditos:

La forma alternativa de hacer esto es, en vez de seleccionar ninguna nota, arrastrar directamente el símbolo de la ligadura de expresión sobre la primera nota y soltar el ratón en el momento en que la nota adquiera un color rojo. Si quieres probarlo, pulsa Ctrl-Z para deshacer, Esc para eliminar la selección y practica esta técnica.

Ahora hay que tomar una decisión: dejaremos la ligadura arriba o abajo. Observa que, por defecto, nos la ha creado abajo. Para invertirla, pulsa la tecla X. Púlsala varias veces y fíjate como va alternando entre arriba y abajo. Déjala arriba, tal como está en el ejemplo.

Ahora es el momento de extender la ligadura hasta la nota final. Haz clic sobre el cuadrado derecho y, sin soltarlo, arrástralo hasta la última nota.

Tan sólo falta ahora rematar la estética de la línea. Haz clic sobre los distintos cuadrados y, sin soltar, desplázalos verticalmente hasta que la línea adquiera la forma deseada.

Si en algún momento dejas de ver los cuadros, haz doble clic sobre la línea para que vuelvan a aparecer.

Sencillo, ¿verdad? No obstante, esta técnica no nos sirve para la segunda frase, pues salta entre sistemas. Para dibujarla, explicaremos un modo de representar ligaduras de expresión empleando el teclado para realizar la extensión a lo largo (técnica que, naturalmente, también podías haber empleado en la primera frase).

Comienza seleccionando la primera nota. Lo más rápido es que uses el ratón en este caso, haciendo clic sobre ella.

Pulsa, a continuación, directamente la tecla S (del inglés slur) para que aparezca la ligadura de expresión junto a sus cuadrados de contorno.

Pulsa la tecla X para situarla en la parte superior.

Ahora, para ir extendiendo nota a nota la ligadura, mantén pulsada la tecla Mayús y pulsa la flecha derecha las veces que haga falta hasta cubrir la extensión adecuada. Date cuenta cómo realiza automáticamente el cambio entre sistemas. Si te pasas de largo, pulsa, sin soltar Mayús la flecha izquierda para volver atrás.

Finalmente, reubica los cuadraditos para darle la forma deseada, a ver si consigues que Susana deje de llorar.

Javier Montero Gabarró


MuseScore #17: Ligaduras de expresión


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Python – Capítulo 29: Tuplas

Ha llegado el momento de que hablemos de una estructura de datos muy similar a las ya conocidas listas: las tuplas.

Al igual que una lista, una tupla es una secuencia ordenada de objetos. La principal diferencia entre ambas es que la primera puede ser modificada mientras que una tupla es inmutable: una vez creada, su contenido no puede modificarse (pero sí sobreescribirse, lo que equivaldría a volver a crear una tupla con el mismo nombre). Recuerda los métodos append(), extend(), remove(), pop(), etc., que, de un modo u otro, afectaban al contenido de una lista. Estos métodos no están disponibles en las tuplas.

Piensa en una tupla como una estructura más ágil que una lista, descargada de parafernalia que no siempre es necesaria. En ocasiones pueden incluso ayudarte a escribir código menos propenso a errores, en el supuesto de que, por accidente, intentes modificar una secuencia de objetos que quieres proteger.

La forma básica de definir una tupla es facilitando una secuencia simple de objetos separados entre comas:

>>> frutas='melon', 'sandía'
>>> frutas
('melon', 'sandía')

Date cuenta que no necesitamos corchetes ni paréntesis de ningún tipo. Sin embargo, al visualizarla, nos aparece con paréntesis.

Llegamos con esto a un aspecto importante: el uso de paréntesis es opcional. Podrías haber creado la tupla encerrando los datos entre paréntesis del mismo modo:

>>> frutas=('melon', 'sandía')
>>> frutas
('melon', 'sandía')

Recuerda que las listas, por el contrario, van encerradas entre corchetes.

Los paréntesis no son necesarios, pero hay ocasiones en las que su uso es obligatorio cuando su falta provoca situaciones ambiguas. Por ejemplo, observa la llamada a esta función:

funcioncilla(1,2,3)

¿Es una función con tres argumentos enteros o uno sólo en forma de tupla? La respuesta es, obviamente, la primera. Si hubiera querido que el argumento fuera una tupla debería haberlo indicado entre paréntesis para solucionar la ambigüedad:

funcioncilla((1,2,3))

Python te ofrece flexibilidad a la hora de representar una tupla. Hay programadores que sólo utilizan los paréntesis cuando no queda más remedio; otros, en cambio, los indican siempre. Hay también un término medio que emplea una notación mixta en función de su propio estilo. Elige el que mejor te plazca.

Al igual que una lista, una tupla puede contener una mezcla de objetos de distintos tipos:

>>> cajon='lunes',5,[2,3]
>>> cajon
('lunes', 5, [2, 3])

El primer elemento es una cadena de caracteres, el segundo un entero y el tercero una lista.

Puedes consultar los elementos de una tupla accediendo a través de su índice:

>>> cajon[1]
5

Recuerda que el primer elemento tiene por índice cero, como en las listas.

Pero observa qué sucede si tratas de modificar la tupla:

>>> cajon[1]=7
Traceback (most recent call last):
  File "<pyshell#8>", line 1, in <module>
    cajon[1]=7
TypeError: 'tuple' object does not support item assignment 

Sencillamente, no te deja.

Debes saber algo más a la hora de crear tuplas. Para crear una tupla vacía, sin elementos, abrimos y cerramos paréntesis sin más:

>>> vacia=()
>>> vacia
()

Si no te crees que esto es una tupla, prueba con la función type() para saber de qué objeto estamos hablando:

>>> type(vacia)
<class 'tuple'>

Para crear una tupla con un único elemento, debemos finalizar la enumeración con una coma:

>>> solo_uno=1,
>>> solo_uno
(1,)
>>> type(solo_uno)
<class 'tuple'>

Naturalmente, esto se podía hecho también con paréntesis:

>>> solo_uno=(1,)

Habría sido un error, si lo que pretendíamos era generar una tupla, escribir lo siguiente:

>>> solo_uno=(1)
>>> type(solo_uno)
<class 'int'>

Date cuenta de que type() nos está devolviendo un entero en vez de una tupla.

En resumidas cuentas, a no ser que crees una tupla vacía, asegúrate de que, al menos, exista una coma, emplees o no paréntesis.

Muchas veces se dice de las tuplas que no disponen de métodos, al ser inmutables. Esto no es cierto: no existen métodos para tuplas que modifiquen su contenido, pero sí otros que no las alteren. Por ejemplo:

>>> cajon.count('lunes')
1

El método count() nos devuelve cuántos elementos existen con una valor determinado.

O también:

>>> cajon.index('lunes')
0

El método index() nos devuelve el índice de la primera ocurriencia que haya del valor buscado.

Al igual que las listas, las tuplas pueden ser troceadas:

>>> cajon[1:]
(5, [2, 3])

Esta instrucción ha generado una nueva tupla tomando los elementos que tienen por índice 1 y sucesivos de la tupla cajon.

Existen muchos usos curiosos de las tuplas que quedan camuflados por el hecho de que pueden aparecer sin paréntesis. Iremos conociéndolos, paciencia…

Javier Montero Gabarró


Python – Capítulo 29: Tuplas


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LaTeX – Capítulo 19: Introducción al modo matemático

Empecé a estudiar LaTeX ante la necesidad de generar documentos con fórmulas matemáticas y apariencia profesional. Pero al poco me di cuenta de que con LaTeX podía lograr mucho más que eso y, hoy día, es mi principal opción a la hora de preparar documentos elegantes casi de cualquier tipo.

Ya conoces lo suficiente de LaTeX para que comencemos a hablar del modo matemático. Voy a explicarte hoy cómo entrar en él e introduciremos algunas ecuaciones sencillas de ejemplo. En sucesivos artículos, a la par que seguiremos tratando el diseño de documentos de propósito general, iremos adentrándonos en los procedimientos para escribir fórmulas matemáticas simples y complejas.

Lo primero que debes saber es que existen dos modos de introducir fórmulas: en línea y en párrafos independientes. A su vez, este último tipo puede mostrarnos ecuaciones numeradas o no. Echa un vistazo al siguiente pdf para asegurarte de qué comprendes de qué estamos hablando.

Una ecuación en línea es aquella que forma parte de un párrafo normal, insertándose entre texto típico. Las dos primeras ecuaciones, correspondientes a la longitud de una circunferencia y al área del círculo, son de este tipo.

Para escribir ecuaciones en línea, debemos iniciarlas con \( y concluirlas con \).

En nuestro ejemplo, escribimos la longitud de la circunferencia del siguiente modo:

\(2\pi r\)

Y el área del círculo:

\(\pi r^2\)

No te preocupes ahora si no comprendes lo que figura dentro, lo iremos explicando a su momento. Lo que debe quedarte claro ahora es cómo entramos en el modo matemático.

Antiguamente, en los tiempos de TeX, lenguaje subyacente a LaTeX y su precursor, se empleaba el signo $ como delimitador de ecuaciones en línea. La mayor parte de los sistemas LaTeX mantienen esa compatibilidad aún, pero debes saber que la forma correcta de hacerlo es la explicada aquí.

El siguiente bloque de fórmulas representa la resolución de una sencilla ecuación de primer grado. Observa cómo, a diferencia del ejemplo anterior, cada una está en un párrafo independiente.

Para lograr esto, basta con precederlas por \[ y concluirlas con \]. Es decir, empleamos corchetes en lugar de paréntesis.

\[2x-3=7\]
\[2x=7+3\]
\[2x=10\]
\[x=\frac{10}{2}\]
\[x=5\]

Al igual que el $ delimitaba ecuaciones en línea a la antigua usanza, el doble dólar, $$, se utilizaba para escribir matemáticas en párrafos independientes

Finalmente, este tipo de ecuaciones pueden aparecer numeradas, tal como nos las encontraríamos en cualquier publicación matemática, de modo que podamos referenciarlas fácilmente. Obsérvalo en las dos últimas fórmulas del ejemplo.

Para lograr esto debemos incluirlas dentro de un entorno denominado equation. El sistema se ocupará de la numeración automática.

\begin{equation}
ax^2+bx+c=0
\end{equation}
\begin{equation}
ax^3+bx^2+cx+d=0
\end{equation}

Este es el fichero .tex que genera el documento que nos ha servido de ejemplo.

En sucesivas entregas veremos el modo matemático con todo lujo de detalles. Espero que esta introducción haya despertado tu curiosidad…

Javier Montero Gabarró


http://elclubdelautodidacta.es/wp/2012/02/musescore-9-utilizacion-de-plantillas/


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Mi vida organizada

Quiero presentarte un programa que utilizo desde hace ya varios años y que constituye uno de mis pilares para la gestión personal. No se trata de un simple gestor de tareas: es lo que considero una meta-herramienta, una herramienta para hacer herramientas de productividad. Estoy hablando de MyLifeOrganized (MLO).

No acostumbro a hacer publicidad de programas comerciales; tengo bastante preferencia, en este sentido, especialmente en el software de código abierto. Pero si estamos hablando de un programa sobresaliente, a un precio aceptable y con una licencia de instalación tan flexible, puedo permitirme hacer una excepción.

MLO cuesta alrededor de 45 dólares, unos 34 euros al cambio. Una de las razones que me animaron a comprarlo fue la flexibilidad de su licencia: el programa te permite la instalación en cinco equipos, siempre y cuando no los utilices simultáneamente. Con cinco instalaciones, podía instalarlo en mi equipo principal en casa, en el trabajo y en varios portátiles y aún así me sobraban licencias. Eso es algo que valoro mucho a la hora de elegir un software que me cueste dinero: la capacidad de instalarlo en los equipos de mi día a día sin tener que pagar más por ello.

Voy a hablar de MLO por un motivo muy concreto. He diseñado decenas de técnicas de productividad con ella y quiero compartir contigo algunas que creo que podrán ayudarte tanto como lo hacen conmigo.

Existen numerosos programas de gestión de tareas. De todos los colores y para todo tipo de plataformas. ¿Por qué MLO, entonces?

Conozco muchas metodologías de productividad personal. Hay herramientas software que se adaptan perfectamente a ellas. Pero lo hacen tan excelentemente que te dan muy poco margen para adaptarla a tus necesidades concretas.

Los métodos de productividad son buenos en tanto y cuanto funcionen. En cuanto dejan de hacerlo, tan pronto empiezas a detectar una caída en tu productividad, lo adecuado es cambiarlos. Pero sería muy costoso tener que gastar más dinero cada vez que cambie tu metodología de trabajo.

Lo que diferencia a MLO de la mayoría de las herramientas de su clase es precisamente su flexibilidad para responder a esos cambios de metodología. Sea cual sea tu sistema preferido de productividad personal, con MLO podrás seguirlo sin dificultad.

El software ofrece muchas sutilezas que son una auténtica delicia. Tendrás ocasión de conocerlas cuando las aplique en metodologías que presentaré por aquí. Podría hablarte, por ejemplo, del esquematizador (outliner) multinivel de dos paneles, el etiquetado de tareas (contextos), las numerosas posibilidades de personalización de la recurrencia de tareas, la gestión de las prioridades y la inigualable capacidad de filtrado que te permite presentar las tareas atendiendo a casi cualquier criterio que pase por tu imaginación.

Existe una versión de MLO freeware con algunas limitaciones. Puedes utilizarla sin compromiso todo el tiempo que desees y, en el caso de que te guste y necesites más, puedes plantearte adquirir la versión estándar o profesional.

En cualquier caso, MLO es simplemente una opción más. No es imprescindible que te compres el programa para aprovechar las técnicas que mostraré en el blog. Hasta la más compleja de ellas se puede llevar adelante simplemente utilizando lápiz y papel. O, si prefieres software gratuito y en entorno web, dispones de la ya presentada aquí Remember the Milk, otro de mis grandes pilares de productividad.

Y tener opciones, en este mundo tan cambiante en el que vivimos, es siempre nuestra mejor garantía personal…

Javier Montero Gabarró


Mi vida organizada


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mIRC – Capítulo 19: La casa invisible

En el capítulo anterior mostramos cómo camuflar relativamente nuestra presencia en el IRC haciendo uso del modo de usuario +i. Pero, ¿qué mejor sitio tiene un hombre invisible para vivir que una casa que también sea invisible? En el artículo de hoy aprenderemos a ocultar un canal, de modo que el servidor dé las mínimas pistas posibles de su existencia y sólo aquellos usuarios que conozcan su nombre puedan acceder a él.

Para hacer esto, IRC nos ofrece dos nuevos modos de operación de canal: +p (private) y +s (secret), que puedes activar, como ya sabes, a través de Channel Central o mediante el comando /mode. La diferencia entre ambos suele ser objeto de numerosas dudas.

No te compliques la vida entre uno u otro: elige, cuando lo necesites, siempre secret, que mejora algo la funcionalidad de private y lo deja obsoleto.

El sistema no te va a dejar, de hecho, activar ambos simultáneamente. Si tienes configurado uno y activas el otro, automáticamente desactivará el primero. Verifícalo.

Veamos con detalle que implica ocultar un canal.

En la figura que aparece a continuación vemos a nuestro querido amigo sostenuto recién conectado al IRC. Se ha instalado, plácidamente, en los canales #probilandia y #probandoespero.

Como es operador de ambos canales, podrá modificar los modos de operación a sus anchas.

Plutonio, recién conectado también, quiere comprobar en qué canales mora su amigo:

/whois sostenuto

Una de las líneas delata su presencia en en ambos canales:

sostenuto on @#probandoespero @#probilandia

La arroba le dice, además, que es operador de ambos.

Pero fíjate qué ocurre si sostenuto marca uno de los canales como privado:

/mode #probilandia +p

Si ahora plutonio lanza el mismo comando /whois, la respuesta es muy diferente:

sostenuto on @#probandoespero

Es más, si plutonio ejecuta ahora un /list, comando que, como sabes, genera un listado de todos los canales en la red, no sospechará de la existencia de #probilandia.

El comando /names también ignora la existencia del canal:

#probilandia End of /NAMES list

Ningún nombre listado, aunque hubiera en el canal usuarios con el modo de invisibilidad sin activar. Es, de hecho, la misma respuesta que si lo lanzas sobre un canal inexistente.

Nada aparenta entonces que haya un canal denominado #probilandia.

¿Nada?

¿Qué ocurre si plutonio lanza un /topic sobre el canal?

/topic #probilandia

#probilandia Canal de pruebas
#probilandia topic set by sostenuto on Fri Feb 17 21:24:11

El comando /topic, pese al modo privado de #probilandia, es capaz de detectar el tópico del canal.

Si, en vez de privado, hubiéramos marcado el canal como secreto, el resultado habría sido prácticamente idéntico: protección ante /whois, /list y /names. Sin embargo, la respuesta ante /topic mejoraría algo.

Sostenuto ejecuta:

/mode #probilandia +s

Plutonio chequea la respuesta ante /topic:

/topic #probilandia

#probilandia You're not on that channel

Algo ha mejorado, no nos da información del tópico, pues no estamos dentro del canal. Sin embargo, sabemos con certeza que el canal existe.

La invisibilidad del canal no es perfecta tampoco, como vemos. No obstante, es bastante buena en ambos modos, pues poco podemos hacer si no sabemos el nombre del canal.

Puedes unirte a un canal privado o secreto siempre que conozcas su nombre. Una vez dentro todos los comandos actúan del modo normal, como si el canal no estuviera protegido: aparece en el listado, en las consultas /whois y /names y devuelve el tópico.

Marcar un canal como secreto (o como privado, la diferencia es mínima) es una buena práctica a la hora de utilizar el IRC para reuniones de equipos en las que no deseáis que os molesten personas ajenas al grupo. Desde luego, puedes activar el modo de invitación o proteger el canal con contraseña, pero sí, además, lo marcas como secreto, el canal será verdaderamente discreto.

Javier Montero Gabarró


mIRC – Capítulo 19: La casa invisible


El texto de este artículo se encuentra sometido a una licencia Creative Commons del tipo CC-BY-NC-ND (reconocimiento, no comercial, sin obra derivada, 3.0 unported)


El Club del Autodidacta

I will always love you

He comenzado el día con la triste noticia de la muerte de Whitney Houston. Apenado, he cogido la guitarra y he arpegiado, muy lentamente, una progresión I – vi – IV – V, a la par que cantaba:

And I will always love you,
I will always love you…

Una y otra vez, obstinadamente, hasta que las lágrimas me impidieron continuar.

Lloré por los que ya no estaban, por los que pronto dejarán de estar, por los que tarde o temprano nos iremos también. Lloré por mí.

Lloré por no tener el coraje de estar junto a las personas que de verdad quiero y decirles cuánto significan para mí.

Lloré por mi abuelita (sí, en este preciso momento, domingo, 12 de febrero de 2012, a las 15:57, aún tengo abuela), que agoniza en un hospital a mil kilómetros de aquí.

Ayer, con la mente perfectamente lúcida y con mucho valor, se despidió para siempre por teléfono de muchos de nosotros. Yo he intentado hacerlo esta mañana, pero la sedación contra el dolor la mantenía dormida.

Yaya, siempre te querré…

Javier Montero Gabarró

PD: Francisca Álvarez Palomino falleció en Tortosa el 14 de febrero de 2012 a la edad de 98 años.


I will always love you


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El Club del Autodidacta

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