Python – Capítulo 2: Primer programa formal en Python

Objetivo: escribir el primer programa en Python y ejecutarlo, un gran paso en el aprendizaje de cualquier lenguaje de programación.

En el anterior episodio instalamos Python 3.2, presentamos el modo interactivo y descubrimos la función print() para mostrar en pantalla un texto.

Hoy vamos a escribir nuestro primer programa formal en Python.

La plataforma circunstancial en la que estoy trabajando en estos momentos es Windows, de modo que me referiré en particular a ella, al menos durante los primeros capítulos de esta serie. No obstante, todo lo que comente referente al lenguaje en sí, será, casi siempre, independiente del sistema operativo.

Necesitaremos un editor simple que nos permita generar ficheros de texto limpios. El más básico que trae Windows es el bloc de notas (notepad.exe).

Abrimos el bloc de notas y escribimos las siguientes líneas:

# Este es mi primer programa en Python
print ('Si soy capaz de hacer esto, ya casi sé hacer cualquier cosa')

La primera línea, que comienza con la almohadilla «#» nos indica que estamos introduciendo un comentario. Todo lo que hay desde ese símbolo hasta el final de línea es ignorado por el intérprete de Python.

Es una buena práctica de programación documentar bien los programas. Cuando más adelante tengamos que revisar el código fuente, disponer de una buena documentación nos evitará mucho tiempo tratando de descifrar lo que en su día escribimos.

Guardamos el fichero asegurándonos que tenga por extensión .py, característica de los programas en Python.

Supongamos que tenemos, entonces, el fichero programa1.py en la carpeta c:\pruebaspython, que hemos creado expresamente para nuestro aprendizaje.

Ejecutaremos el programa desde el intérprete de comandos de Windows, pero antes debemos preparar la máquina para que incluya la ruta en la que se encuentra Python en el path de búsqueda.

En Equipo, botón derecho Propiedades, o bien el el Panel de Control |Sistema (ambos caminos conducen al mismo sitio en Windows Vista), vemos, a la izquierda la opción Configuración avanzada del sistema, que nos permite entrar en el cuadro de diálogo Propiedades del sistema.

Hacemos clic en el botón Variables de entorno.

En Variables del sistema buscamos la variable PATH y hacemos clic en Editar. Nos aparece una larga línea de texto que contiene todos los directorios que están en el camino de búsqueda.

Nos posicionamos al final de esa línea y agregamos un punto y coma seguido de c:\python32 (la carpeta donde instalamos Python). Aceptamos y cerramos todas las ventanas.

Desde este mismo momento, si desde el intérprete de comandos nos posicionamos en cualquier directorio podremos ejecutar el comando python sin que aparezca un error indicando que el comando no ha sido encontrado.

Estamos en condiciones ya de ejecutar nuestro primer programa en Python. Nos dirigimos a c:\pruebaspython y ejecutamos:

c:\python> python programa1.py

Si todo ha ido como es debido, deberá aparecernos, justo debajo:

Si soy capaz de hacer esto, ya casi sé hacer cualquier cosa.

Enhorabuena, ya hemos dado el primer paso; los demás sucederán casi solos.

Javier Montero Gabarró


Fecha de última revisión: 15 de julio de 2012


Python – Capítulo 2: Primer programa formal en Python


El texto de este artículo se encuentra sometido a una licencia Creative Commons del tipo CC-BY-NC-ND (reconocimiento, no comercial, sin obra derivada, 3.0 unported)


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Variando el tipo de entrenamiento aeróbico

Tras los cambios de ritmo del miércoles, de vuelta a la normalidad ejercitando el sistema aeróbico.

En los últimos ejercicios he trabajado buscando el mínimo de pulsaciones que me permitiera rodar cómodo. Alcancé mínimos sorprendentes de 128 ppm y una media de 133 ppm.

La variante de hoy implica un planteamiento diferente: se elige una frecuencia objetivo que hay que tratar de conseguir como media al finalizar la hora.

He elegido un valor de 139 ppm, un punto por debajo de 140, pero aún dentro de las 13 decenas. La cifra en concreto no obedece a ninguna fórmula física, sino más bien a razones psicológicas: ser capaz de rodar aeróbicamente sin alcanzar el 140.

De hecho, mi ritmo de crucero, MI RITMO, aquel con el que más cómodo estoy, lo siento como el que me permite ir rodando entre 135 y 139 ppm.

El lugar de entrenamiento ha sido la orilla del río. Buena temperatura e incertidumbre de si llovería o no. Viento relativamente intenso.

Todo ha resultado perfectamente. A los 20 minutos mi media de pulsaciones ya estaba en 139, valor que ya permanecería en pantalla hasta el final del ejercicio, pese a que todo el tiempo he estado fluctuando con ritmos entre 134 y 142.

Denominación: 60′ FC media = 139 ppm (apréciese «=» en lugar de «sub»)
Exigencia: 3
Distancia: 7920 m
Tiempo: 60′
Ritmo medio: 7:34/Km
FC media: 139 ppm

Nuevo entrenamiento muy placentero. Insisto en que estos son los que hacen que me sienta mejor.

Motivaciones intrínsecas

En un foro en el que participo se preguntaba sobre fórmulas para mantener una motivación constante y no racheada. Es un tema delicado y me ha parecido interesante dejar aquí mi visión particular:

Hay libros enteros dedicados a la motivación. Teorías no faltan. Recuerdo haber estudiado a Bandura hablándonos de las expectativas de resultado y de autoeficacia como elementos que determinaban el grado de motivación de las personas.

La PNL nos ofrece numerosas maneras de afrontar la perdida de motivación y su aplicación dependerá de cada persona y de la situación en particular.

Podemos comenzar revisando los niveles lógicos, ¿existe alguna creencia limitadora? ¿es una cuestión de habilidades, conducta, entorno?

¿Están los objetivos bien definidos? Esto es, en términos positivos, con control sobre ellos, tamaño adecuados, etc… ¿Estamos comprometidos con esos objetivos? ¿Hemos considerado la «ecología», es decir, ¿entran en conflicto con otros objetivos? Cualquier reserva en este sentido significará una losa que con toda probabilidad terminará minando nuestra motivación.

Podríamos examinar las estrategias que la persona usa para motivarse y trabajar en ese aspecto.

A mí me gusta tratar los problemas de motivación desde la perspectiva de su origen. ¿Se trata de una motivación extrínseca o intrínseca?

Una motivación es intrínseca cuando la recompensa se halla en su propia realización. Por ejemplo, podemos jugar al tenis simplemente porque disfrutamos haciéndolo, sin necesidad de miras superiores.

Una motivación extrínseca ligada a una fuerte motivación intrínseca es una fórmula mágica para el logro rápido de objetivos.

Soy músico y afronto un duro esfuerzo componiendo canciones, ensayando y preparándolas a conciencia con los compañeros de mi banda. Difícilmente podría estar motivado permanentemente si no fuera por una visión clara de mi objetivo unido a un honesto y auténtico placer disfrutando de lo que estoy haciendo.

Las motivaciones intrínsecas son muy poderosas. Consisten en comprender que el disfrute está en el propio camino más que en la meta. Son las únicas que realmente pueden hacernos disfrutar del momento más valioso, el único que verdaderamente existe: el momento presente.

Cambios de ritmo al sol

La sesión de hoy ha estado dedicada a los cambios de ritmo que tengo programados una vez a la semana.

Mucho calor, he estado a punto de dejarla hasta el atardecer pero, dado que tampoco me iba a suponer mucho tiempo, al final he optado por liquidarla a primera hora de la tarde, en plena solana.

El plan previsto era incidir en el que realicé la última vez, sugerencia de Sprinter. Recordemos: 3 minutos a un ritmo bajo, 2 a ritmo de crucero y 1 a un ritmo vivo. Repetir las veces que proceda.

Este tipo de cambios de ritmo los tengo estructurados, para mi mejor control, con la denominación CR-II.

El anterior que realicé fue:

CR-II (6:00, 5:30, 5:20, 3)

Las tres primeras cifras indican los ritmos lento, carrera y vivo, respectivamente. El tres último se refiere al número de veces que he repetido el conjunto total.

Hoy le he dado una pequeña vuelta de tuerca. De partida, el ritmo vivo lo he rebajado hasta 5:10. Según como me viese en el último bloque, intentaría dar una cuarta pasada.

He comenzado rodando un tiempo muy suave para calentar bien. Por decir algo, pues el calor que hacía era para reventar.

La primera vuelta 3-2-1 las realizo a los siguientes ritmos: 5:53, 5:27 y 5:03. Es decir, sin problema, siempre mejorando algo los ritmos propuestos. Las pulsaciones tras estos seis primeros minutos ya estaban en torno a 162.

El siguiente bloque cae a 5:50, 5:25 y 5:08, con pulsaciones al final de 168. Salta la alarma.

Tercer bloque a 5:57, 5:29 y 5:07, con pulsaciones de 173. ¡Esto se hunde!

Opto por dar finalizado el ejercicio con las tres repeticiones previstas y no tentar la suerte a una cuarta. Por otra parte, la serie viva de las dos primeras no me han supuesto esfuerzo, pero esta tercera me sentía ya muy justo.

Un poco de rodaje de «enfriamiento» para recuperar la estabilidad cardíaca poco a poco y concluyo con unos minutos de la técnica de carrera que me explicó Sprinter cuando entrené con él.

Buenos estiramientos al final y una tanda de ejercicios de acondicionamiento aprovechando que el entrenamiento ha sido de menos duración que los aeróbicos habituales.

Resumen de sensaciones: qué placer volver a lanzar la zancada, contenida siempre por el entrenamiento aeróbico. Me sentía como una gacelilla sabanera trotando a 5/Km. La lástima es que mi sistema cardio-respiratorio no podía atender las demandas de oxígeno que mis piernas necesitaban.

Pero poco a poco…

Denominación: CR-II (6:00, 5:30, 5:10, 3)
Exigencia: 5
Distancia: 3,26 Km
Tiempo: 18′ 14″
Ritmo medio: 5:36/Km
FC media: 162 ppm

¿Se puede profundizar más?

Con un kilo más, al menos, debido a los excesos de la Semana Santa y a lo bien que cocina mamá, me dispongo a retomar, con mucho mono, los entrenamientos habituales ya en Sevilla.

Quiero seguir avanzando en este ejercicio de autodescubrimiento que he empezado hace ya tiempo, el trabajo al mínimo de pulsaciones posibles.

Unos 25 grados llevaderos me han animado a salir temprano.

Rebajo en un punto el techo máximo, como vengo haciendo cada vez que noto mejoras, dejándolo ya en 144 ppm, aunque sé de sobra que este valor es simbólico, pues me estoy moviendo ya por pulsaciones bastante más bajas. No obstante, me motiva apretarme las tuercas muy poco a poco y sin prisa.

Cuatro y veinte de la tarde y me echo a correr. Gafas de sol, gorra y botella de agua en la mano.

Rápidamente las pulsaciones empiezan a subir, pero intento controlarlas desde el primer momento. Sin mucho esfuerzo logro sostenerlas alrededor de 139, sólo en algunas ocasiones alcanzando 142.

Esto promete, minuto veinte y estoy consiguiendo una media de 136 ppm y aún no han aparecido los instantes de magia aeróbica.

Pero poco a poco, como era de esperar, se empiezan a reducir mis pulsaciones. Voy muy lento, pero me siento cómodo.

Empiezo a tocar el valor de 133, ya soy capaz de sostenerme entre 133 y 135.

Y 132, 131, 130…

La media se reduce a 135 ya entrando la segunda media hora.

Pero la fiesta no termina ahí. En el minuto 47 cruzo la barrera, toco el valor 129 y las pulsaciones medias descienden hasta 134.

No doy crédito a lo que sucede. Me resulta tan sorprendente.

Me despido del ejercicio con dos nuevos regalos: a escasos dos minutos del final, alcanzo el valor mínimo y me pongo a rodar a 128 pulsaciones por minuto.

¡128 pulsaciones por minuto, al sol y con una temperatura de 24 grados!

30 segundos antes de la hora, el valor medio de las pulsaciones marca 133.

133 pulsaciones de media.

Ya tengo la absoluta certeza de que, con el tiempo, seré capaz de desarrollar ritmos decentes a menos de 140 ppm, disponiendo de un rango dinámico muy amplio a mi disposición cuando necesite dar caña.

Denominación: 60′ FC media sub 144 ppm –> OK: 133 ¡Ojo al dato!
Exigencia: 3
Hora de inicio: 16:19
Distancia: 7’02 Km
Tiempo: 60′
Ritmo medio: 8:33/Km
FC media: 133 ppm

Como doble premio, las sensaciones finales.

Si hay un ejercicio que verdaderamente «ennirvane» corriendo es hacerlo durante un tiempo prolongado al mínimo de pulsaciones posibles, creedme.

¡Qué deliciosa sensación de paz interior!

De vuelta a la cinta

Me he escapado a pasar unos días con mi familia en Madrid. Entre el equipaje que me he llevado, como era de suponer, figuraban mis zapatillas para correr.

Día de lluvia. Como tenía la posibilidad, he optado por acercarme a casa de mi hermana y utilizar la cinta que tiene allí.

Banda del pulsímetro al pecho y he arrancado dispuesto a hacer otro ejercicio aeróbico de los que estoy practicando últimamente. He acotado el límite superior en 145 ppm, aún a sabiendas de que no iba a alcanzarlo.

Para acompañarme, me han puesto de fondo la banda sonora de la ópera rock «Jesus Christ Superstar», una obra maestra de la música.

Comienzo a ascender la velocidad gradualmente controlando las indicaciones del pulsómetro para que las pulsaciones no se disparen desde el primer momento.

En unos minutos me doy cuenta de que, a 8 Km/h estoy teniendo unas pulsaciones instantáneas de 140 ppm.

En circunstancias normales habría rebajado la velocidad para hacer descender el pulso, pero dado que estaba en una cinta que me permitía mantener la velocidad constante me decido a no modificar el ritmo y observar qué sucede con las pulsaciones a lo largo de la hora. Sólo en el caso de que peligrase el umbral de 145 le quitaría velocidad a la máquina.

El resultado no ha sido otro sino que las pulsaciones se han mantenido cómodamente alrededor de 140 sin apreciarse una tendencia definida a subir ni a bajar durante todo el entrenamiento.

Eso sí, he sudado tela, bastante más que en exteriores.

Denominación: 60′ FC media sub 145 ppm –> OK: 139 ppm
Exigencia: 3
Distancia: 8164 m
Tiempo: 60′
Ritmo medio: 7:21/Km
FC media: 139 ppm

Mi cuñado, que corrió el maratón el domingo pasado, me ha propuesto que me dé una escapada a Madrid el 29 de mayo a correr los 10K de Liberty por las calles de la capital.

Pues lo mismo me subo, si no hay otras opciones interesantes más cercanas.

Python – Capítulo 1: Programando en Python

Objetivo: Mostrar la página oficial de Python, descargar e instalar la versión 3 y realizar una prueba básica de funcionamiento.

He vuelto a sacar la lámpara mágica del trastero. Ha llegado el momento de invocar al genio de nuevo.

La froto; con gesto aburrido y soñoliento aparece ante mí.

– Tú me dirás…
– Genio, quiero programar en Python -le digo.
– Escucho y obedezco…

Y me escribe, en una pizarra http://www.python.org.

Este genio es muy peculiar. Tiene un lado bueno, y es que te permite pedirle más de tres deseos, lo cual es muy de agradecer. En contrapartida, los deseos te los tienes que currar tú. Él se limita a establecer unas pautas y a asegurarte un estado mental adecuado, pero el esfuerzo duro lo tienes que realizar tú.

Visito la página web que me ha sugerido, sitio oficial de este lenguaje de programación.

Lo primero que debo hacer es descargarlo e instalarlo en el portátil que llevo conmigo en estos momentos. Se trata de una máquina Windows. Un equipo Linux lo traería, con bastante probabilidad, ya preinstalado.

Visito la sección de Descargas y me encuentro que Python se distribuye en dos sabores: versiones 2.x y 3.x.

El salto de Python de la versión 2 a la 3 ha supuesto grandes cambios en el lenguaje, hasta el punto de que, en términos generales, son incompatibles entre sí.

El proyecto 3.x es relativamente nuevo y aún existen gran número de aplicaciones que están corriendo en 2.x. Se entiende, por lo tanto, que los desarrolladores mantengan viva aún la versión antigua.

Las últimas versiones estables que podemos descargar son, en la fecha en que escribo esto (abril 2011), Python 2.7.1 y Python 3.2.

En la lista de descargas hago clic en el enlace Python 3.2 X86 MSI Installer, que me permite bajarme el fichero python-3.2.msi.

Una vez descargado hago doble clic sobre él para proceder a su instalación aceptando las opciones que me ofrece por defecto.

Instalo el paquete completo (28 MB, tan sólo) en la carpeta c\:Python32.

Antes de cerrar la página web, conviene que anotemos el siguiente enlace, donde encontraremos abundante información sobre Python 3:

http://docs.python.org/py3k

Confirmemos que todo ha ido bien.

Nos vamos a Inicio | Todos los programas | Python 3.2 y elegimos

Python (command line)

Nos aparece la pantalla típica del intérprete de comandos mostrándonos el prompt de Python, >>> esperando a obedecer nuestras órdenes. Probémoslo:

>>> print ('Gracias, genio, ya puedes volver a meterte en la lámpara')

Y pulsamos Enter.

Observemos los paréntesis del comando print (que en la versión 2 no son necesarios, pero sí en la tres) y no olvidemos enmarcar la frase entre comillas.

Ya hemos dado los primeros pasos: hemos instalado el programa y sabemos cómo hacer para que nos aparezca una frase en pantalla.

Por hoy es suficiente; en la próxima entrega escribiremos nuestro primer programa formal.

Javier Montero Gabarró


Fecha de última revisión: 14 de julio de 2012


Python – Capítulo 1: Programando en Python


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Rompiendo la barrera de las 140 ppm medias

Continúo sumergiéndome en las profundidades de mi zona aeróbica.

Le doy una nueva vuelta de tuerca y acoto el techo superior un punto menos, estableciéndolo en un máximo de 146 ppm.

Voy a tener como desventaja el calor. La tarde puede resultar incierta por lo que, para asegurar que no peligra el entrenamiento de hoy, opto por realizarlo a las 15:30 (hora absolutamente no recomendable para correr en Sevilla).

No voy adecuadamente equipado, tampoco. A excepción de mis zapatillas, que las cogí esta mañana por si me daba por correr, aprovechando que hoy chaparíamos pronto, me visto con el pantalón de un chandal y una camiseta de algodón que guardo en mi oficina. No tengo tampoco una gorra para protegerme del sol.

Por un momento, considero abortar el entrenamiento. Finalmente, me quito la camiseta y me la coloco en la cabeza a modo de sombrero.

Salgo a correr con mucha suavidad, tratando de controlar las pulsaciones desde el primer momento y demorando al máximo el momento en el que sobrepasen las 140.

Sobre el minuto 20 ya voy rodando a una media de 141 ppm, lo cual es una buena noticia. Si consigo sostener ese valor podré plantearme hacerlo descender una vez rompa el «efecto aeróbico» en la segunda mitad del ejercicio.

No hace falta esperar. Antes del minuto 30 alcanzo el primer punto mágico y el ritmo cardíaco instantáneo comienza a descender por debajo de 140, situándose en 139. Si soy capaz de mantener esa cifra durante un tiempo podré hacer que la media descienda de 141 a 140. Todo va bien, nada puede hacer suponer que no suceda así.

Mi única preocupación es el calor. No llevo mi botella de agua conmigo y temo que la deshidratación pueda jugarme alguna mala pasada en los minutos que restan.

Minuto 35. Las pulsaciones siguen descendiendo. Estoy rodando entre 137 y 139 y, al fin, veo aparecer el resultado ansiado: 140 ppm de media.

Pero aún quedan 25 minutos de prueba. Es posible que aún pueda conseguir arañar un punto más.

Pese al calor y sin agua, para mi asombro, las pulsaciones instantáneas continuan descendiendo:

136…., 135…., 134….

Y 133.

No doy crédito. Voy a 133 ppm y sigo trotando (a velocidad muy lenta, pero trotando). ¡Sorprendente!

Tan tremenda bajada no puede dejar impune a la media. Efectivamente, en el minuto 51, las pulsaciones medias descienden un punto más, registrando 139 ppm, valor que se mantendría ya hasta el final de la hora. Sólo unos minutos más y estoy convencido de que podría haberlo dejado en 138, pues estaba rodando ampliamente por debajo de ese valor.

Todo un éxito sorprendente e inesperado tan pronto.

Otra cosa que me ha gustado mucho es que he notado mis piernas mucho más adaptadas a los rigores de un ritmo muy lento, bastante apartado de mi ritmo habitual. Tengo la buena sensación de que se están construyendo desde la base.

Hace varias semanas dije que, tan pronto alcanzase un valor como el de hoy, 139, dejaría de insistir en este trabajo de buscar mínimos y comenzaría a realizar ejercicios aeróbicos más cercanos al umbral.

Sin embargo, cuando he visto hoy que, ya pasados 50 minutos, estaba trotando con comodidad a 133 ppm, me he dado cuenta de que esto es un filón y aún queda bastante por excarvar.

Pronto empezaré la exploración de zonas aeróbicas más altas, pero, desde luego, seguiré insistiendo aún en el trabajo en los tramos inferiores.

Denominación: 60′ FC media sub 146 –> OK: 139 ¡Ojo al dato!
Exigencia: 3
Hora de inicio: 15:36
Distancia: 7’45 Km
Tiempo: 60′
Ritmo medio: 8:04/Km
FC media: 139 ppm

IX Carrera Atlético-Aeróbica Chiclana – Sancti Petri

Siete foreros, siete crónicas. Siete visiones diferentes de una misma carrera.

Y una misión: conseguir, por encima de cualquier cosa, que Danae cruzara su primera línea de meta.

Todo comenzó medio de broma, medio en serio, a principios de esta semana.

Con las agujetas de la carrera «Divina Pastora» aún en mis pies, empiezan a circular mensajes frenéticamente por el foro.

Danae propone hacer su ceremonia de iniciación en la carrera que se celebraría ese domingo entre Chiclana y Sancti Petri.

La bola de nieve de mensajes arrastra tras de sí a siete foreros apuntados: Danae, Alpigra, Llou, Jesús, Marcos, Santi y yo.

Me ha pedido que la ayude a lograrlo, algo que acepto inmediatamente. Serían tres domingos consecutivos corriendo y realmente no me apetece tener que volver a batirme una semana más.

Así, por un lado, podría planteármelo como un entrenamiento suave más, pero en un contexto de carrera. Y, por otro, me hace una ilusión tremenda poder estar ahí y poner mi granito de arena para que su primera experiencia resulte un éxito.

Y no sólo yo sino todos. En un par de días se ha constituido toda una «guardia pretoriana» con la misión de garantizar su triunfo a toda costa.

Madrugón… A las 5:30 suena el despertador.

Duchita, buen desayuno y salgo de casa en ropa de deporte.

He quedado a las 7 de la mañana con Santi en el Puente de la Barqueta.

Esperándolo, se me acerca un coche repleto de peña que aún prolongan la marcha del sábado noche. Me dice uno, viendo mi indumentaria: «Oye, vas a una popular». Sí, les contesto. «¿Dónde?». A Chiclana, les digo. Me hace una señal de aprobación y me dice: «Suerte, y a 3:30». Le contesto: «Como poco!».

Nos amanece en el camino. Paramos para repostar y comprar los botellones de agua que se trinca Santi cada vez que va en coche.

Llegamos a Chiclana y me indica algunos puntos por los que pasaremos corriendo. Seguimos hasta Sancti Petri, donde nos encontramos ya a Marcos esperándonos.

Inmediatamente, de un coche que nos venía siguiendo, sale uno y le dice a Santi: «¿tú eres Santi?». Es Llou, acompañado de un colega.

Nuestro Santi famoso en el foro… Lo han reconocido a la legua. Seguro que ha sido esa foto que tiene de culturista que posteó el otro día en el foro.

Tres autobuses están esperando ya. Tomamos el primero y nos lleva a Chiclana, recorriendo nuevamente parte del camino que nos tendremos que patear después.

Tarda un huevo en llegar. El recorrido es largo de narices. Será la sensación de enfrentarme a un terreno completamente desconocido para mí.

Entramos en el polideportivo a recoger los dorsales. Pillamos también el de Danae.

Tan pronto salimos nos encontramos con Danae y Antonio, su marido. Hacemos las presentaciones oficiales y nos cambiamos de ropa.

Guardamos los macutos en el coche de Antonio, que nos esperará después en línea de meta.

Santi, muy al quite, ve una gorra azul y dice… ¿Alpigra? Ahí está nuestro forero acompañado de un colega.

La gran incógnita que tenemos es si acudirá Jesús (Mali). Hasta última hora no estaba del todo claro.

Pero Llou nos confirma que lo ha visto, y señala a un corredor a lo lejos, vestido de negro, que está subiendo una cuesta calentando. ¡Es él!

Vamos a su encuentro a darle una sorpresa. Concentrado como va no se da cuenta de que nos acercamos. Intenta esquivarnos, pero le cerramos el paso.

Ahí lo tenemos, ese pedazo corredor ultrasónico del foro. Las presentaciones oficiales y nos ponemos a calentar con él.

Hora de ir tomando posiciones. ForeRundy programado a 6:40, ritmo que acordamos Danae y yo un par de días antes. Me sugiere que lo ponga a 6:50. Le digo que no hará falta, que así estará bien.

Jesús se despide momentáneamente de nosotros para colocarse en la mismísima línea de salida. Ahí lo vemos dándole los últimos ajustes a sus piernas …

Y suena el disparo de salida.

Dejo de ver a Jesús, Alpigra y Llou, enfrascados ya en su carrera.

Y ahí está Danea con su escolta: Santi, Marcos y yo.

Empezamos a dejar tirado a ForeRundy. No le digo nada a Danae, pero estamos rodando a un ritmo bastante más rápido que el establecido. Pero no es excesivo y lo está llevando bien.

A Marcos eso de rodar despacio le machaca las piernas. Así que, recibida la oportuna autorización de Danae, abandona la escolta.

Más adelante Santi quiere intentar darle algo de caña. Si las cosas van mal, siempre podrá volver a nuestra «base de operaciones» cuando desee.

Se va, sabiendo que deja a Danae en buenas manos.

Y comenzamos a pasar kilómetros acompañados de lo que para mí es una auténtica novedad: un viento de levante duro que, afortunadamente, sólo nos encontramos de frente en alguna ocasión puntual.

Primer avituallamiento a mitad de recorrido. Cogemos las botellitas de agua. Menos mal, me dejé olvidada la mía en la mochila y me gusta ir hidratándome bien durante el camino.

En el ecuador de la carrera le digo a Danae que ya está todo casi liquidado, que la carrera ya está casi lista.

En mis carreras, cuando alcanzo la mitad, ya tengo el convencimiento de que lograré llegar al final. Intento transmitirle esto a Danae.

Pero va sufriendo. El ritmo lo hemos ralentizado apreciablemente, rodando en torno o por encima del valor acordado al salir. Cuando veo que le cuesta seguirme, rebajo un poquito y observo.

En el kilómetro 6 duda si va a poder terminar.

Sé de sobra que lo hará. Está sufriendo, pero está suficientemente entera físicamente para lograrlo. Es simplemente una cuestión de coco, de tener confianza en que lo va a lograr.

Le digo que trate de concentrarse en su respiración, que intente calmarla y que deje que vayan sucediendo los metros uno tras otro.

En algunos momentos rodamos a 7 o incluso más lentos, pero la ventaja adquirida en la primera mitad es muy importante y nos permitirá, según mis cálculos, devolverla con holgura y llegar en el tiempo establecido.

A una chica que va delante de nosotros el viento le arranca la gorra de la cabeza. La pobre tiene que retroceder para recuperarla.

En algún punto del camino, nos encontramos a Antonio, cámara en mano, inmortalizando en una foto las andanzas de su mujer.

A pocos metros detrás de nosotros veo un pelotoncillo de gente y el coche escoba, que siempre lo hemos tenido a la vista.

Y pasamos kilómetros…

La chica de la gorra vuelve a situarse a nuestra altura. Intento mantener una conversación con ella y nos dice que es su primera carrera. Está pasándolo realmente mal.

Danae sufre, pero ya no es como en el kilómetro 6. Es el sufrimiento de resignación, de la certeza de que lo va a lograr, pero a costa de seguir sufriendo.

Nos adelanta el pelotoncillo del final. El coche escoba queda despejado a nuestra vista.

Y afrontamos el último kilómetro. Veo que Danae responde bien y aumento sutilmente el ritmo. Me sigue, va muy bien la cosa. Va a entrar en meta entera y triunfal.

En los últimos doscientos metros vemos a Jesús, que se une a nosotros a empujar con fuerza de Danae hasta la meta.

Y lo consigue, en 1h 9′ 42″. El ritmo medio de la carrera ha sido 6:29 /Km. ¡Toma ya, menudo debut!

Nos abrazamos y la veo dichosa con una sonrisa de punta a punta de la cara. Estoy contento por haber contribuido a esa felicidad.

Nos dan una camiseta chulísima, algo con lo que no contábamos en principio, pues anunciaban que sólo habría para los 500 primeros.

Bebida fresca para hidratar.

Después de nosotros, al ratito, entran un par de corredores más.

Compartimos el triunfo con los demás. Ahí están todos los campeones.

Nos despedimos de Llou y Alpigra (menudo supercarrerón se ha metido por cierto).

Jesús nos dice que tiene que irse, que va a aprovechar que ha visto a un amigo de Barbate y se irá en coche con él. No podrá quedarse a las cervecitas.

Queda aplazado para otra ocasión.

Me ha hecho mucha ilusión que al final se haya animado a acudir a la carrera, pese al palizaón de tener que acudir en bus desde Barbate.

Un gran corredor pero, ante todo, una gran persona.

Nos tomamos unas cervecillas Danae, Antonio, Marcos, Santi y yo y repasamos los grandes momentos del evento.

Nos despedimos de la peña y, al final, para comer, Santi me lleva a San Fernando a comer un pescadito a un sitio que él conoce donde despachan pescado fresco y muy barato.

Impresionante premio final para un día tan redondo.

Y vuelta de nuevo a Sevilla, con la idea de buscar cuanto antes un nuevo reto popular.

Distancia: 10750 m
Tiempo: 1h 9′ 42″
Ritmo medio: 6:29 /Km
FC media: 148 ppm —— Mi primera carrera aeróbica.

Cambio de ritmo tipo II

Hoy tocaba jugar un poco…

Este nuevo cambio de ritmo no es otro sino el que me sugirió Sprinter el otro día:

La idea consistía en rodar 3 minutos a ritmo de recuperación, 2 minutos a ritmo de carrera y 1 a ritmo objetivo más exigente. Repetir la secuencia las veces que se estime adecuado.

La estructura la simbolizo del siguiente modo:

CR-II (R1, R2, R3, veces)

Como ritmo de recuperación he elegido 6′ /Km.

El ritmo de carrera elegido ha sido 5:30, ligeramente más lento que mi mejor ritmo personal en competición (5:25).

He establecido 5:20 como el ritmo exigente objetivo.

En un principio pensaba repetir la secuencia 5 veces, totalizando 30 minutos de trabajo de calidad. Pero, siguiendo los consejos que me ha dado un compañero esta mañana, he optado por reducirlas a 3. Su consejo era que fuera de menos a más, ya tendría ocasión de repetirlo más veces conforme me fuera viendo bien en sesiones más cortas.

El lugar elegido para el ejercicio ha sido la orilla del río, un recorrido de unos cuantos kilómetros repleto de corredores, bicicletas y gente paseando. Me he desplazado hasta allí trotando suavemente desde casa.

Me ha resultado muy sencillo y de poca exigencia. Podría haber seguido las cinco veces sin problema. Es más, a veces me costaba mantener el mejor ritmo, pues descubría que estaba rodando más rápido y tenía que esforzarme en frenar para lograr la media dentro del valor buscado.

Pero ya habrá más ocasiones de ir apretando tuercas. No hay ninguna prisa.

Denominación: CR-II (6:00, 5:30, 5:20, 3)
Exigencia: 4
Tiempo total: 18′

De vuelta a casa corriendo, duchita (esta vez sí) y una ensalada para cenar.

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